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PEMBROOKE

— ¿Y bien...?

— ¿Y bien qué, mija?

— ¿Iremos entonces a Miami? Mira que me estoy esforzando mucho en los exámenes para sacar buenas notas.

— No lo sé... Ya lo veremos a final de periodo.

— Ya verás.

— Hermione, ¿estás bien? No has dicho una sola palabra en toda la cena. ¿Te sientes mal?

— No, estoy bien. Es solo que no tengo hambre.

Verónica tenía una vaga idea de lo que podría estar pasando con su madre y aunque ella no se lo había dicho, intentó brindarle algo de apoyo.

— Eso debe ser que no sabe cómo volver a la alcaldía, ¿verdad, mamá?

— Claro, mija. La alcaldía.

Una diminuta sonrisa se hizo presente en los labios de la latina, el desánimo que se cargaba en los hombros era inmenso.

— Cambiando de tema. Amm, papi...

Verónica apoyó ambos codos sobre la mesa dejando las palmas abiertas, y su mentón descanzando en ella; ojos de niña buena y sonrisa amplia mostró a su padre.

— Ah no, esa cara no me gusta. Cuando te pones así es porque algo vas a pedir y antes de que preguntes, te digo yo que no.

— Pero si no he dicho nada aun. No me reproches sin oírme.

— A ver, ¿de qué se trata esta vez?

— Yo estaba pensando...

— Mhm, cuando dices pensando es porque ya lo hiciste.

— No me interrumpas. Yo estaba pensando que sería buena idea traer a Apollonia al pembrooke, después de todo, mamá es su madre biológica y yo su hermana.

Hiram achinó los ojos y le miró, luego desvío la mirada hacia Hermione pero esta no dijo nada.

— Mhm... Absolutamente no.

— ¡¿Qué?! ¿Por qué no, Hiram? - Le reprochó la latina -

— Ajá, ahí está. Sabía que la de la idea eras tú y no Ronnie. ¿Desde cuándo llevas maquinando el plan?

— Fue algo que pensé hace un par de semanas.

— ¿Y por qué no me habías comentado nada? Creí que ya no íbamos a tener secretos.

— Y es por esa razón que Ronnie te lo contó.

— Bueno, no creo que la niña quiera vivir aquí en Riverdale y menos bajo el mismo techo que el hombre al cual considera el asesino de su padre.

— Ella no te considera así, hoy me lo dijo.

— ¿Cómo que hoy te lo dijo? ¿Estuviste en Boston?

— Ajá... Quise ir y convencerla de venir conmigo.

— ¿Y?

— No quiere estar acá. Dice que está feliz en Boston, y que ese es su hogar ahora. Yo me siento muy feliz de que así sea, pero no dejo de estar triste. Tenía la esperanza de que empezáramos de cero, todos.

— Mi amor, la vida es como los negocios, a veces ganas mucho con uno y otras veces pierdes todo. Lo importante es que estamos los tres juntos.

— Juntos y George libre.

Musitó Verónica, robando un poco de esa paz que habían logrado conseguir después del accidente de Hiram.

— A ese desgraciado lo vamos a conseguir y se va a podrir en la cárcel o me dejo de llamar Hiram.

The Lodge familyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora