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PEMBROOKE.

—Listo, ya está la cama tendida y con sabanas limpias. 

—Verónica, yo estoy bien y no tengo sueño. Creo que dormí lo suficiente.

—Mamá, el doctor dijo que saldrías, pero debías tomar las precauciones.

—Ya. Es que desde que llegamos no has hecho otra cosa que tratarme como una niña.

—Lo siento, mamá. Es que me preocupé mucho cuando te desplomaste en el tribunal, tuve miedo. 

—Pero yo estoy bien, mija. Nada me pasó. Tú y Archie deberían volver a la escuela.

—¿Y dejarte aquí sola? Claro que no.

—Estaré con André, no me quedaré sola.

—Es que no sé. ¿Y si llegas a necesitar algo?

—André se encargara. Mija, no te preocupes, en serio. Ahora ve, no quiero que pierdas clases. 

—De acuerdo, pero si necesitas algo no dudes en llamarme.

—Lo haré, descuida. 

—Adió, mamá. Te amo.

—Y yo te amo a ti, Ronni.

PRISIÓN LODGE.

Y mientras Hermione Lodge se quedaba sola en casa intentando no pensar mucho en su esposo, Hiram Lodge sí que pensaba en ella cada segundo que llevaba allí. 

Pensaba en lo mucho que la extrañaba, en lo mucho que le dolía no haberla amado lo suficiente como para tener que perderla, pensaba en que ella allá afuera debía seguir su vida así no fuera con él, pero sí rogaba porque el que se acercara a ella la protegiera igual o mejor que lo hizo él. Pero todos esos pensamientos fueron interrumpidos cuando uno de los policías se acercó a su celda y le llamó por su apellido, obteniendo así la atención de Hiram.

—Lodge, tiene visita. 

—Ya he dicho que no quiero ver a nadie al menos que sea mi esposa e hija.

—Pues ya sabe que no tiene permitida las visitas. Y si quiere le digo a su abogado que no quiere verlo.

—¿Es mi abogado? 

—No, es su madrecita. ¿Va a ir ó no?

—Muy chistosito, ¿no? Lastima que el chiste solo le va a durar hasta que yo esté aquí, porque ya luego regresará a donde pertenece. 

—Le diré que no quiere verlo. 

—No, no, sí quiero. 

Y una vez más el gran Hiram Lodge se encontraba detrás del cristal escuchando la voz de su abogado por medio del teléfono. 

—Abogado.

—Señor Lodge. 

—¿Por qué está aquí? Digo, el caso ya se cerró y ya quedó resuelta mi condena. 

—Estoy aquí porque la señora Lodge me pidió que viniera. Ella quiere saber cómo está.

—Pues como vera, he podido estar mejor. 

—Ya lo creo. 

—Pero, ¿qué hay de mi esposa? ¿Está bien? ¿Qué ha sido ese desmayo? 

—Ella está bien. Ayer la tuvieron en el hospital, pero hoy ya le dieron salida, y puedo decirle que se oía bien cuando me llamó.

—Bien. Abogado, quiero que se encargue de que a ellas no les falte nada. Usted conoce mis negocios y sabe cómo funcionan. También quiero seguridad para ambas, no quiero que estando mi hermano allá afuera ellas estén solas.

The Lodge familyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora