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DÍA DESPUÉS...

—Buenos días, doctor. 

—Buenos días, señorita Lodge. 

—¿Me mandó a llamar? ¿Mi madre está bien? 

—No es de su madre de quien quiero hablar. Tome asiento, por favor. 

—Claro. ¿Y de qué quiere hablar? 

—¿Vino usted anoche? 

—No, ¿por qué? 

—Esta mañana he ido a la habitación de su madre y he encontrado esta nota junto a unas flores. 

—¿Y qué dice la nota? 

—No lo sé. No la leí, porque no es de mi incumbencia pero considerando de cómo ha estado la señora Lodge, creí que una nota anónima no sería de ayuda. 

—Deme la nota. 

Verónica había leído la nota que George dejó la noche anterior junto a las flores y en ella decía lo siguiente: 

"Mi amor, siento mucho todo lo que te está pasando pero no debes angustiarte por ello y menos por un poco hombre como mi hermano. Quiero que sepas que todo esto lo hice por ti, y que volveré pronto. Con amor, George" 

Verónica palideció y asustada corrió hacia la habitación de su madre donde la vio allí durmiendo todavía. 

A el doctor le pareció muy rara la actitud de la joven, así que fue detrás de ella para ver si así comprendía lo que pasaba o lo que decía la nota. 

—Señorita Lodge, ¿está todo bien? 

—Sí, sí. Solo quiero… Solo quiero llevarme a mi madre de aquí. 

—Pero no le he dado el alta y ella aún no despierta. 

—No me importa. Quiero llevarme a mi madre de aquí, solo firme el alta. No la voy a dejar un segundo más aquí. 

—Comprenda que su madre no se encuentra bien. 

—¿Y en dónde si estará bien? ¿Aquí? ¿Aquí donde en la noche se ha metido alguien a su habitación y ha dejado esta nota? No lo creo, creo que estará mejor conmigo, en casa. 

—Si se la lleva es bajo su responsabilidad.

—Es mi madre y estamos solas en esto, así que sí, es mi responsabilidad ahora. Haré una llamada y espero que cuando vuelva, ese alta ya esté firmado. 

Verónica salió de la habitación tropezando un poco con el hombro del doctor para poder buscar un lugar tranquilo donde pudiera hablar. 

—¿Aló? ¿Archie? 

—Ronni, ¿por qué no has venido a la escuela? 

—Lo iba hacer después de pasar por el hospital, pero ahora ya no puedo.

—¿Qué ocurre? ¿Tu mamá está bien? 

—Sí, sí, o eso creo. 

—¿Cómo que eso crees? 

—Archie, ¿podrías venir por mí al hospital?

—De acuerdo. ¿Debo llevar refuerzos?

—No, no, solo ven tú. No quiero que los chicos pierdan clase. 

Después de esperar unos largos minutos, Archie Andrews finalmente apareció en el hospital justo en la sala de esperas donde Verónica aguardaba por su llegada. 

—Ronni. 

—¡Archie! Que bueno que viniste. 

—¿Todo está bien? 

—Es mamá.

—¿Ella…?

—Ay por dios no, no. Es solo que anoche alguien entró a su habitación y dejó una nota con unas rosas. 

—¿Unas rosas? Pero si solo tu padre le envía flores a… Fué George, ¿no es así? 

—Ajá. Y quiero sacarla de aquí. Este hospital no es seguro, y no quiero que nada le pase. 

—Por supuesto, pero para sacarla, ¿no necesitas una orden de salida? 

—El doctor ya se está encargando de eso y cuando la tengamos podemos irnos de aquí.

En ese momento el doctor se presentó en la sala de espera con la orden firmada por él. 

—Vuelvo y le repito: esto es bajo su responsabilidad.

—Lo sé. 

—¿Qué hará si su madre tiene otro ataque nervioso?

—¿Ataque nervioso? Ronni, ¿de qué habla el doctor? 

—De nada, Archie. 

Verónica tomó de la mano a Archie y lo arrastró hasta la habitación donde estaba Hermione que por suerte ya había despertado. 

—Hey… Mamá, has despertado al fin.

—Verónica. 

—¿Cómo te encuentras? 

—Me duele un poco la cabeza. ¿Qué hace Archie aquí? 

—Hola, señora Lodge.

—Vino porque me ayudará a que nos vayamos a casa. 

—¿El doctor me dejó ir? 

—Sí, así es. Ya no tendrás que quedarte más tiempo en una cama de hospital. 

—¿Y esas flores? ¿Quién las trajo? 

Archie y Verónica se miraron el uno al otro como buscando cual de los dos debía inventarse una gran mentira. 

—Ahm… Mamá, pues…

—Yo. Yo se las he traído, señora Lodge. No sabía si eran de su agrado, pero quería traerle unas. 

—Sí. Archie fué quien te las trajo. 

—Están muy bonitas. Gracias, Archie pero no te hubieras molestado. 

—No es molestia. 

—Entonces, ¿nos vamos? Tenemos prisa. 

—¿Por qué la prisa? ¿No deberían estar en la escuela?

—Sí, mamá, pero quería venir a recogerte.

—Pudiste decirle a André que lo hiciera.

—Lo habría hecho, pero él está realmente ocupado.

—Bueno, entonces si es así, vámonos. Debo empezar hacer gestión para ir a ver a tu padre a la cárcel.

—No, tú no harás nada hasta que te recuperes.

—Estoy bien. Solo fué un desmayo y nada más. Digo, no me estoy muriendo, ni tampoco estoy embarazada.

—Bueno, preferiría la segunda opción, pero a estas alturas lo dudo.

—Por eso te digo que estoy bien. Ahora lo importante es tu padre. Aunque haya perdido el juicio, yo no pienso dejar que se pudra en ese prisión.

—Qué te parece si hacemos esto: te quedarás tranquila en casa con mis cuidados, y cuando ya estés mejor, harás tus gestiones.

—Suenas como si no quisieras que tu padre estuviera libre.

—Claro que lo deseo, él no se merece estar allí, pero también deseo que estés bien.

—Mija, yo estoy bien, el que no lo estará por mucho es Hiram. Estas cosas no dan esperas, lo siento pero no voy a parar hasta verlo afuera.

The Lodge familyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora