Poema n°49: infancia de trapo

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Era una niña.
Una niña feliz.
Una niña inocente.
Una niña de trapo.
Pataleaba por golosinas, lloriqueaba por una diadema, y chillaba por un par de rotuladores perfumados.
Pero mi peor error fue querer crecer, y es que a pesar de amar a Peter Pan, yo quería crecer ya.
Lucía chaquetas de lana, parches en los vestidos y pinzas en el flequillo.
Poseía botones en lugar de ojos, tenía los labios cosidos y las manos unidas permanentemente a un bolsito.
Oh infancia, has sido efímera, pero has dejado huella, como el fuego funde el metal, tú querida mía, me convertiste en una fuerte espada de empuñadura dorada.
Y aunque me cueste admitirlo, tú serás siempre mi ama, ya que me tienes encerrada en un viejo reloj cuyas manivelas no dejan de girar.
Y es que en cada vuelta de las manivelas, aquella niña encerrada de rodillas de algodón, se cansa un poquito más, y aunque no ve con los botones, le es inevitable percatarse de cómo el tiempo la tira de la mano.
Porque después de todo, la infancia es solo un esbirro más de la tan idealizada comandante vida, que solo sigue órdenes de la muerte.

Poemario de mi adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora