Poema nº111

8 1 0
                                    

Pienso en ti, en lo bonito que es el mundo cuando estás aquí. 

Me daba igual la lluvia, me daba igual la nieve, si estaba contigo nunca hacía frío. 

Iba brincando, me hacías sentir ligera como un gamo. 

Me tenías enamorada, todo lo que hacías me hechizaba. 

No quería mirarte demasiado, temía desgastar tu imagen y ponerte colorado. 

Los viernes pensaba en todo lo que podríamos hacer durante la tarde si tan solo me atreviera a llamarte. 

Los sábados te echaba de menos: las horas se hacían largas, los segundos no avanzaban, así que a una enciclopedia siempre me arrimaba. Quería tenerme atareada.

Los domingos siempre soñaba con verte el lunes, quizás entonces pudieras oler mis perfumes.

A nadie le dije que te amaba, era un secreto. Me sentía avergonzada, me atrapaste como el rocío es atrapado por una telaraña. 

Llegó el lunes, San Valentín, no lo pensé demasiado, escribí todo aquello que no te había contado, y lo metí en mi maletín. 

Te di una carta de amor, te la di antes de que ambos partiéramos en caminos diferentes para ir a casa, tú no debiste esperarte la carta, no dijiste mucho, solo me prometiste una respuesta para el martes. Qué error...

El martes llegó, nada pasó. Esperé y esperé. Te miré varias veces, quizás tenías la misma memoria que los peces. Quise preguntarte cuál era tu respuesta, pero mi valentía desapareció el día anterior.

Los meses pasaron, fuimos yendo cada uno a un lado. Yo aún así te esperé mirando el cielo estrellado, leyendo nuestros nombres en el cosmos dorado.

Ya déjame, ¿qué más quieres? ¿Qué hiciste para tenerme como me tienes? Déjame odiarte, hace mucho que me cansé de amarte.

Poemario de mi adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora