Poema n°72: mariposa

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La dulce niña de cabello oscuro como la noche misma persigue a una mariposa.

No es la primera vez, ella lleva años corriendo por este campo, intentando darle caza.

La mariposa huye, a veces revolotea con alegría, burlona y pavoneándose.

En otras ocasiones huye despavorida, es rápida, pero no muy ágil.

La niña crece y a medida que lo hace la mariposa parece menguar, parece más accesible, más fácil de atrapar.

Un día nuestra mujercita de cabellera cual carbón a la mariposa atrapó.

Oh señor, qué grave error.

La mariposa no batalló, a su destino se rindió.

La joven estaba incrédula, después de tantos años, lo consiguió.

Abrió con cuidado su mano y allí encontró una frágil criatura ligera como una pluma, y clara como el agua.

El viento se llevó a la alada criatura de cristal, sería la última vez que podría volar.

La muchacha apenas comprendía porqué se sentía tan vacía.

La joven tenía los dedos llenos de pigmentos, algo de dorado y negro, un toque de rojo y una pizca de blanco.

La chica había matado a su única amiga, su razón de salir y correr entre los arbustos, su motivo de penas y alegrías.

Y  ahora nuestra muchachita se pregunta qué hará tan sola.

Sin querer, nuestra pequeña, había matado a la niña que dentro de ella dormía.

Poemario de mi adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora