Poema nº99: cómo avistar a una sirena

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No pertenezco a ninguna parte,
soy hija de la noche,
pero vivo de día, con reproche,
así me condenan los hilos infinitos de la eternidad.
Ya nada habrá que amar,
pues una sirena en la arena no puede caminar.

Suelo verme invisible,
y el resto también.
Pero la marea cambia y crece,
caen gotas de agua, el sol se esconde; el cielo se oscurece.

Entonces la gente me ve, en la penumbra,
ven lo visible,
lo invisible, que es mi mayor tesoro,
siempre queda oculto en las profundidades del mar.

Me gustaría cantar y decorar el cielo con mis melodías,
pero el cielo existe por allí arriba
y mi voz es muy bajita.
Así me ahogo yo solita.

Las notas se asfixian en una humareda que de rojo tiñe la arena,
y yo vuelvo a la salvaje marea para llorar,
una sirena a tanto no puede aspirar.

Poemario de mi adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora