Capítulo 35: Quisiera ser un microbito (Pasos largos llevan a grandes destinos).

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A la mañana siguiente, Judy se despertó con la sorpresa de que tenía una pierna sobre la cadera de Theron mientras su novio estaba boca abajo, con la cabeza debajo de la almohada. Se quedó unos segundos en silencio, observando el panorama, hasta que quitó su pierna de encima de Theron y fue a cambiarse la toalla por un tampón.

Al regresar, Theron seguía en la misma posición y Judy solo tuvo el cuidado de darle beso en lo alto de su espalda, justo encima de su omóplato izquierdo, y bajo a la cocina por la necesidad de buscar algo para calmar su sed. En el refrigerador encontró la jarra de agua fresca del día anterior y casi agradeció que fuera de naranja/mandarina porque los cítricos siempre le habían ayudado a calmar su temperamento cuando estaba en sus días.

Siempre le había ocurrido que, en vez de sus antojos por chocolate, a ella se le antojarán los cítricos, incluso comiéndolos con limón y chile piquín. Mientras se bebía un vaso entero con sorbos pequeños, se dirigió al refrigerador para ver qué tendrían sus sobrinos de desayuno y almuerzo ese día; por la dieta que llevaba Hugh, el adolescente comía grandes cantidades de proteínas como huevos cocidos, pechugas de pollo, atún, salmón, pechuga de pavo, cortes de ternera (los cuales no salían tan baratos como para que Hugh los comiera todos los días de la semana); para también equilibrar las recetas, la nutrióloga había añadido cereales como judías, frijoles, quinoa, lentejas y centeno al igual que algunos lácteos como yogurt griego y queso parmesano.

Luego de poner cuatro huevos a hervir en una olla con agua, Judy sacó unos refractarios que contenían la pechuga de pavo, el queso de adobera para fundir y frijoles hechos en una cazuela de barro. Sacó también dos cebollas, cuatro jitomates y un chile serrano para después encender un nuevo fogón de la estufa y colocar una sartén. Empezó cortando las verduras mientras esperaba a que se calentará un poco el sartén y, cuando estuvo listo, le puso un chorrito de aceite y echó la cebolla casi al mismo tiempo.

Fue justo cuando estaba batiendo una gran cantidad de huevos que escuchó que alguien ingresaba en la cocina y miró por encima de su hombro como Drina aparecía con una bata encima de su pijama.

_ Buenos días.

_ Buenas -respondió Drina, luego de terminar de bostezar. Tomando la jarra de peltre azul, la lleno de agua y le puso una rama de canela antes de colocarla sobre un fogón que Judy había prendido-. ¿A qué hora se fue Theron?

_ No se fue.

Quedándose un momento en silencio, Drina finalmente se acercó a Judy para empujarla suavemente por el costado, haciéndolas reír.

>> No hicimos nada... -empezó a explicar Judy, pero entonces Drina se encogió de hombros mientras se movía para alcanzar la bolsa con café hecho grano de la alacena.

_ Oye, no te estoy juzgando; si lo hiciera, estaría siendo hipócrita y de doble moral.

Judy se río entre dientes, dejando sus intentos de excusarse mientras dejaba de batir la mezcla de huevos y la arrojaba con cuidado al fuego. En tanto que dejo que se empezará a freír el huevo, acercó también las verduras y, cuando estaba casi hecho el huevo, le puso el resto de los ingredientes; Drina, al mismo tiempo, había puesto una sartén con un chorrito de aceite y puso un jitomate, una cebolla partida en cuatro, dos dientes de ajo y cuatro tomates verdes para preparar una salsa rápida.

Cuando Daisy apareció justo cuando Drina había terminado de licuar la salsa y Judy estaba removiendo lo último del huevo, tenía toda la pinta de haberse desvelado haciendo parte de su protocolo de investigación.

_ Hey, yo -saludó Daisy, al final de un bostezo mientras se quitaba el cabello suelto de la cara-. ¿Qué hay para desayunar?

_ Huevo a la mexicana -respondió Judy y Daisy celebró aquella respuesta haciendo un gracioso baile que hizo reír a sus hermanas mayores-. Haz las tortillas mientras se despiertan los otros.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora