JUDGEMENT

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Capítulo I


|SENTENCIA|


-      Aquí es donde vivirás, de ahora en delante – me indica mi ahora esposo, señalándome una casa de dos pisos, hecha de ladrillos.

Al ver la casa me permití observar tanto a lado izquierdo como al lado derecho, esta calle parecía abandonada, no había siquiera farolas en funcionamiento, ¡Qué miedo!, aunque eso no era lo peor, pues lo que me terminaría por matar era el olor fétido de aguas negras que penetraba el lugar, ¿Cómo permitieron mis padres que terminara en un lugar como estos?, todo por seguir los estúpidos pasos de un ser despreciable que le falto amor materno.

Las pocas personas que pasaban se nos quedaban viendo de una forma bastante fea, algunos hasta se burlaban y como no hacerlo si aún portaba el vestido blanco de novia que me había heredado mi madre, el cual ahora estaba cubierto de tierra en el fin de la falda.

-      ¿Te ha gustado tanto, que te has quedado sin palabras? – pregunto con sorna Severus.

-      No es lo que me esperaba – conteste con cautela, pues sabía muy bien el tipo de hombres que seguían a Voldemort y no quería hacer algo para desatar su ira, como los esposos de mis amigas lo hacían con ellas.

-      ¿Qué esperabas? – pregunto con burla – Una mansión, un castillo o la finca que te regalo tu padre – escupió con sarcasmos – Esto es lo que tengo y aquí es donde estarás, adelante señora Snape.

Lo último casi me lo grito con reproche abriendo la puerta de la casa, permanecí fuera de la casa, no porque no deseara entrar, pues el aire frio me calaba hasta los huesos, pero mi madre me había dicho que mi nuevo esposo era una persona tradicionalista, por lo que espere a que me tomara en brazos eh ingresáramos a la casa, pero eso no ocurrió lo único que me gane de él fue otra de sus frases mordaces.

-      ¿Qué esperas para entrar?, ¿Quieres que los elfos domésticos te reciban?, ¿Acaso quieres que te tome en brazos y pase contigo el umbral? – se burló – Por Merlín y Morgen.

-      Pensé que lo harías – confesé con miedo a su reacción.

-      ¡Ja, ja, ja! – se burló sin miramientos – Tienes ambos pies, así que entra de una vez o cerrare la puerta – fue lo último que dijo para después dejarme sola.

Al entrar en la casa, lo primero que pude observar fue la sala de estar donde solo había un sillón individual al lado izquierdo de la chimenea, además de que este se encontraba de espaldas a una pared tapizada de libros antiguos por lo que pude leer, sobre todo por las pastas de estos que eran de cuero negro y marrón lo que delataban la antigüedad que poseían, me disponía a tomar uno para observarlo hasta que fui interrumpida por mi esposo.

-      No puedes tocar ninguno de ellos – me advirtió, aun cuando lo sentí más como una amenaza – Es momento de que pongamos en claro las reglas de esto.

-      Te escucho – fue lo único que dije, recordando lo que mi madre me aconsejo antes de que me obligaran a casarme, siempre obedece a tu esposo pues será más sencillo para mí; y siendo sincera no quería enfrentarme a la ira de mi esposo tan pronto.

-      En primera, nadie puede saber que estamos casados, segunda, no puedes entrar al sótano ni tocar mis libros, tres, no puedes modificar nada de la casa absolutamente nada, ni siquiera la habitación donde te quedaras – quise objetar pues se supone que la habitación conyugal sería compartida -  cuatro, no abandonaras esta casa sino es conmigo y cinco la más importante que no se te olvide, tu y yo somos dos desconocidos y siempre lo seremos, no esperes otra cosa de mí esto solo ha sido un mero requisito para tener una mejor poción con Voldemort.

MI MUJER - SEVERUS SNAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora