THE CROSSING OF A PREGNANCY

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Capítulo IX


|LA TRAVESÍA DE UN EMBARAZO|


Mudarme a Hogwarts fue la tarea más sencilla y a su vez mas melancólica, pues dejar la casa en la que pase muchas cosas, entre malas, graciosas, dramáticas y divertidas fue dificíl; quien lo diría el día que entre a esta casa fue con una cara de amargura y ahora me voy llorando, aunque si me preguntasen el ¿Por qué lloras?, la respuesta es sencilla, no lo sé, solo está pasando.

En cuanto tuve un pie puesto en el territorio de Hogwarts, obtuve mi primera orden.

- Mantendremos nuestra relación en el anonimato, no quiero escuchar a los alumnos mofarse con nuestra relación – fue lo que dijo mi esposo.

- No sería mejor que supieran que eres mi esposo y así evitar las habladurías – sugerí yo, pues si desde el primer momento dejábamos en claro las cosas no tendrían por qué presentarse malos entendidos.

- Créeme mujer, es mejor así, además trata de no hacerte notar en el colegio hasta el fin del año, recuerda que aún no darás clases.

- Solo puedo decir una cosa, no pienso quedarme en el dormitorio todo el día – respondí.

- Oh, créeme que lo sé muy bien, por eso solo te pido que evites los problemas – suspiro él con pesar.

- ¿Dónde me instalare? – pregunte, porque ahora mismo necesitaba descansar mis pies que comenzaban a hincharse.

- En la habitación que se me proporciono como maestro – respondió él – Entremos que no falta mucho para que los alumnos regresen de Hogsmeade.

Ingresamos al Castillo por la puerta principal, lo que me permitió apreciarlo completamente, desde los grandes y sobre todo exuberantes cuadros, hasta sus magníficas escaleras que se movían solas entre los pisos, creo que si me subo a una de ellas mientras esta en movimiento terminare vomitándolo todo.

Conocí el gran comedor, donde puede observar a los alumnos que transitaban por el Castillo, dejándome sorprendida, pues yo suponía que todos los alumnos estarían en Hogsmeade, aunque no eran muchos en realidad, eran unos cuantos los que nos miraban con desconcierto, pero mi amado y muy orgulloso esposo, no se permitía sentir pena o incluso ser intimidado por las miradas curiosas de los alumnos, lo que para sí fue imposible, me causaba risa los comentarios que hacían, para nada discretos.

- Malditos mocosos – los maldijo mi esposo.

- Déjalos en paz, Severus solo son niños curiosos – trate de calmar las aguas.

- Los más grandes tiene tu edad, que no se te olvide, además todos creen que eres una alumna – gruño él entre dientes – Además no me gusta la forma en que ellos te ven.

- ¿A caso estas celoso? – pregunte una vez ingresamos a la biblioteca de la escuela.

- No lo estoy, ¿Cómo estaré celoso de unos pubertos buenos para nada? – cuestiono él – A demás no se te olvide que hay más mío dentro tuyo, que lo tuyo propio.

- ¿Qué? – le pregunte más confundida que los alumnos en sus clases, en ocasiones no era capaz de siquiera entender lo que muchas veces me quería decir.

- Nada, esta es la sección prohibida, como su nombre lo dice es prohibida.

- No me digas – me burle.

- Si lo hago, pero solo para los alumnos, si necesitas alguno de ellos ven a mí y lo conseguiré para ti – ofreció.

- Muy bien, aunque sería mucho mejor que me dieran acceso de una vez, porque este ligar se volvió mi preferido – conteste.

MI MUJER - SEVERUS SNAPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora