II

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Hicca estaba recostada en su cama repasando los eventos que habían pasado hace pocas horas.

En realidad, ¿cómo esperaban que se lo tomará?

Ella apenas tenía catorce años recién cumplidos y ya le habían asignado una de las misiones más suicidas que ni siquiera los adultos querían arriesgar su vida...

Lo que más le dolió fue el abrazo que su padre le había dado, ella sintió que algo no cuadraba y parecía más una despedida que un hasta pronto a su parecer.

Salió de su línea de pensamiento cuando escuchó a Chimuelo entrar y se levantó para encontrarlo cargando un gran plato lleno de pescado.

-Hey, Hicca. Te noté un poco triste y decidí traerte pescado... Mira te traje tus favoritos.- Chimuelo le dijo sentándose a su lado y ofreciéndole uno.- Me aseguraré de hacer tu estómago feliz, lady Hicca.- Chimuelo dijo con una voz chistosa y haciendo hablar al bacalao logrando sacar un par de risas de su amiga.

-Bueno, lo tomaré con mucho gusto entonces.- respondió tomando el pescado y dándole una mordida.- Gracias, amigo.

-No hay de que. A todo esto, ¿de que te regañaron ésta vez?- preguntó Chimuelo aunque él ya sabía la respuesta.

-Bueno... Papá y abuelo... No sé.- sujetó su cabeza con ambas manos.- No fue un regaño. Fue más como... Lanzarme a la boca del lobo.

-¿Por qué lo dices?

-Ellos... Me dijeron que... El Nido de la Muerte Roja...

Chimuelo le quitó ambas manos de la cabeza e hizo que ambas miradas se conecten.

-Escúchame bien, Hicca. No importa lo que te manden a hacer, que te obliguen a decir, o lo que sea. Yo estoy de tu lado, ¿entendiste? Donde sea que vayas yo estaré para protegerte, ese es mi deber como guardián, pero más importante, soy tu mejor amigo. No estás sola, Hicca.

Hicca procesaba las palabras de su dragón con un gran brillo en sus ojos y una hermosa sonrisa se dibujaba poco a poco al igual que su sonrojo.

-Kreston...

El corazón de Chimuelo se detuvo por unos segundos esperando la confesión de su amiga.

-¿S-si?...

-Me hace muy feliz tenerte como mi amigo.

La sonrisa en el rostro de Chimuelo tembló por unos segundos y sintió cómo le arrancaban el corazón.

-Si, a mí también.

Hicca rió y se levantó alzando los brazos al aire.

-¡Ya me decidí! Voy a ir al Nido y cumplir la misión que mi padre me encargó. Pero para eso voy a necesitar a mi más temido dragón a mi lado.- le extendió la mano a su amigo quien gustoso la aceptó y se levantó de igual modo dejando el plato en la cama.

-Puede contar conmigo, su alteza.- hizo una reverencia algo exagerada volviendo a hacer reír a Hicca, pero en el fondo su preocupación no moría.

Ambos pasaron las siguientes horas preparando el equipaje que necesitan para el viaje, empacando lo suficiente para unos días de estadía en la isla. También para pasar desapercibida en caso de peligro, Hicca se colocó una su vestimenta normal, ésta vez añadiendo un pañuelo rojo en su cuello para poder ocultar su rostro si era necesario.

Se despidieron de todos y cada uno de los dragones, quienes le desearon suerte; aunque en el caso de los bebés lloraban para convencer a Hicca de que debía quedarse para jugar con ellos como lo prometió hace días. Chimuelo logró asustarlos para que la dejaran en paz, recibiendo amenazas de las madres de paso, e Hicca les prometió que regresaría para jugar con ellos todo el tiempo que quieran.

I'm flyin' with the DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora