XVI

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Todos se habían protegido y cubierto sus caras para evitar recibir la explosión. El polvo y el humo se habían esparcido por todos lados dejando el área completamente cubierta por la ceniza.

La Reina, la Muerte Roja, había muerto.

Todos se intercambiaban miradas de alivio y alegría al notar que seguían vivos y la gran amenaza yacía muerta en los escombros de su propia destrucción.

Estoico se había levantado y buscaba a su alrededor. Estaba silencioso, bastante, y eso le generaba una horrible sensación en el estómago.

¿Dónde estaba su hija? ¿Dónde estaba Hicca?

Buscó entre los vikingos cerca suyo pero no encontraba a su pequeña hija logrando que un escalofrío recorriera toda su médula y era ese horrible sentimiento que no sentía desde hace bastante tiempo.

Miedo.

Todos se habían separado y comenzaron a buscar a su heredera. Estoico había logrado correr lejos de la nube de polvo y Bocón lo siguió. Los vikingos gritaban el nombre de la chica y buscaban a sus alrededores.

-¡Hicca!- gritó Estoico.- ¡HICCA!

No hubo respuesta haciendo que su corazón comenzara a sentir un vértigo y dolor en el pecho que no era digna de un vikingo. Trataba de mantener sus pensamientos y emociones a raya, pero con el pasar del tiempo sin respuesta le hacía un poco imposible el lograrlo.

-¡HIJA!

Deambulaba en el polvo y la ceniza hasta que encontró una masa gigante negra moverse ligeramente a la distancia. Sus ojos se expandieron por el asombro y la esperanza al darse cuenta que era el Furia Nocturna con el que su hija arriesgo su vida. Sin pensárselo dos veces se acercó corriendo hacia el dragón observando su espalda notando la silla de montar y la cola rota.

Pero no había señal de Hicca.

No pudo aguantar su sorpresa y terminó cayendo al suelo.

Se había ido.

Había salvado a su aldea y ahora se había ido nuevamente de su lado.

Le había fallado por tercera vez como padre.

Comenzó a arrepentirse. Se arrepentía de no haberla podido salvar aquella noche que se la habían llevado junto a su madre. El no haberla apoyado y tratar de comprenderla cuando la tenía de nuevo a su lado en la aldea y la trató como un bicho raro cuando se enteró de su vida junto a los dragones. Había fallado el vengarlas a ambas.

Pero él hizo todo por el bien de su aldea y por ella. Trató de vengar a las dos mujeres más importantes de su vida al buscar el Nido y matar a los dragones.

No era digno de llamarse padre y esposo.

Lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos y apretaba sus puños sintiendo vergüenza y como se le destrozaba el corazón.

-Yo hice esto...- dijo en un susurro no confiando en su propia voz.

...

Dolor.

Eso era todo lo que él podía sentir. Cada músculo, cada extremidad, incluso sus escamas dolían. Su mente comenzó poco a poco a expandirse y podía empezar a escuchar a sus alrededores.

Cómo quería cubrir sus oídos cuando el sonido entró a sus oídos y era diez veces más ruidoso de lo normal mientras una migraña se formaba debido a ello.

Gruñó de forma molesta y cansada deseando que el ruido se fuera y que su cuerpo no le doliera.

"¿Qué demonios sucedió?"

I'm flyin' with the DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora