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Hicca había comenzado su nueva rutina. Todas las noches se escapaba de su celda, se aseguraba no ser vista por nadie, y llegaba a la fragua donde comenzaba a hacer una nueva silla para montar que le permitiera a Chimuelo volar nuevamente para finalizar con llevarla a su celda y esconderla debajo de su cama para evitar que alguien la encuentre y se deshaga de ella.

Chimuelo le había dicho que había perdido su aleta izquierda, por lo que tenía que diseñar una nueva silla que tuviera un mecanismo para poder volar a base de pedales.

Con todo eso en mente ella comenzó a crear piezas metálicas, usó tela para crear una cola sabiendo de memoria las medidas de su dragón como la palma de su mano. Las conocía perfectamente porque había creado sillas para él en el pasado para que ellos pudieran volar.

Todos los días ella se escapaba e iba a la fragua para crear la silla e iba a la arena para enseñarle a Chimuelo y para que el la probara; gracias a que habían encontrado un pequeño agujero en la puerta donde podía caber perfectamente y él le decía si había una falla o mejora por hacer.

En cambio Chimuelo comenzó a comer y tomar agua para fortalecerse ahora que sabía que Hicca estaba sana y salva. Claro que le molestó descubrir que ella fue forzada a entrenar con los vikingos para intentar convertirla en una; pero sabía que todo lo que Hicca estaba haciendo era por su bien y para asegurarse de que ambos vuelvan a casa.

Incluso Hicca llegó a conocer a Engla, agradeciéndole por cuidar de Chimuelo después del accidente y por intentar ayudarlos cuando trataron de escapar. La dragona fue comprensiva y le aseguró que fue un placer ayudar y que esperaba que ambos estuvieran juntos de nuevo en los cielos.

La castaña entrenaba a diario con los jóvenes y demostró tener un gran talento. Se sabía todos los datos y debilidades de los dragones que utilizaba a su favor, ganándose más y más popularidad entre los vikingos al ver como una extranjera que actuaba como un animal salvaje era en realidad mucho mejor que los jóvenes de Berk

Y eso era lo que más hacía enfurecer a Astrid.

Al parecer había desarrollado un odio y celos hacia la chica que lo único que hacía era ser amada por todos los vikingos de Berk. La odiaba en serio.

La visitaba algunos días después de los entrenamientos para ver qué era lo que hacía, pero siempre se la encontraba cabizbaja o dibujaba. Nada de entrenamiento o practicando.

O eso cambió un día cuando estaba entrenando a altas horas de la noche. Decidió volver a casa cuando estuvo satisfecha entrenando, o descargando toda su furia contra los árboles. Ahí fue cuando la vió.

-Esa maldita hija de troll...- alimentada por la ira se acercó de forma sigilosa hacia la chica.

Cuando se dió la vuelta en una de las casas interceptó a Hicca aplicando una llave lanzando a la chica contra el suelo y sujetando su brazo contra su espalda.

-Sabía que estabas escondiendo algo.- aplicó más fuerza.- Eres una maldita cara de gusano.

Hicca se retorcía del dolor y trataba de liberarse del agarre, pero como Astrid aplicaba más fuerza a ella le estaba costando un poco respirar. Con su mano libre golpeó contra el suelo en forma de rendición.

Astrid bufó y la dejó libre, ayudándola a alzarse y le dió un golpe en el estómago haciendo que se incline por el dolor.- Eso es por las mentiras.- otro golpe en el hombro.- Y eso, es por lo demás.

-Si que golpeas demasiado fuerte, ¿lo sabías?- Hicca solo se quejaba del dolor.

-Camina.- Astrid no le dió tiempo de procesar hasta que la llevó a la fragua y la forzó a sentarse en una de las pequeñas sillas que tenía cerca. Se cruzó de brazos.- Habla.

Solo recibió una mirada aburrida.- No puedo hablar correctamente, ¿recuerdas?- se burló.

Astrid por su parte le dió una mala mirada y le pasó papel y carbón.- Volvamos al principio. ¿Por qué estás aquí?

Hicca tomó ambos materiales como en los primeros días y comenzó a dibujar su Nido, a Chimuelo y ella volando a través del mar. Luego tomó otra hoja y dibujó un Nido completamente opuesto al suyo, uno que se veía lúgubre y peligroso.

-¿Qué es eso?- preguntó Astrid apuntando a la segunda isla con genuina curiosidad.- No dibujaste a Berk así, ¿cierto?

Hicca negó con la cabeza y circuló el segundo nido. Como si fuera algo muy importante.

Astrid abrió los ojos al realizar lo que trataba de decir.

-¿Ese es el Nido de dragones?- le preguntó tomando sus hombros.- ¿Tú sabes en dónde está?

Hicca agitó su mano.- Do... Gre... Shton...

-¿El chico con el que venías lo sabe?- ahí recibió un asentimiento.

Astrid ahora fue quien tomó una silla y se sentó frente a ella.

-Buedte... Gosha... Bericro...- trataba de decir Hicca.

-¿Peligro?- preguntó Astrid.- ¿A qué te refieres?

Y así pasaron toda la noche con Hicca tratando de explicarle el porqué estaban ahí en primer lugar, Chimuelo era un Furia Nocturna, la isla de la Muerte Roja y como se suponía que controlaban a los dragones.

Lo único que logró aterrar de forma genuina a Astrid fue el dibujo que Hicca había hecho en base a los relatos de su abuelo. Una horrible criatura gigante que pareció ser creada por el mismísimo Loki para asustar tanto a los dragones como vikingos durante generaciones.

-Con que ella es como la abeja reina y los dragones son sus súbditos. ¿Es eso lo que quieres decir?- repitió Astrid para ver si había entendido.

-Así es.- le respondió Hicca asintiendo nuevamente feliz de poder hablar con alguien sobre eso y que la haya entendido.

Ella no esperaba contarle nada de ésto a nadie, especialmente a Astrid debido a sus interacciones en el pasado, pero la ansiedad la estaba consumiendo de a poco y realmente necesitaba irse lo más pronto posible con Chimuelo. 

Solo esperaba que no haya cometido un error al contarle todo a la chica que tenía la mentalidad de cazar a los dragones hasta matar.

-Y tu dragón, un Furia Nocturna cabe aclarar, está encerrado en la arena junto a los demás.- otro asentimiento.

Astrid estaba segura que la chica estaba loca. Pero si lo que decía era verdad entonces habría una gran oportunidad de encontrar al Nido y detener los ataques.

-Debemos contarle al jefe en cuanto regrese.- comentó levantándose de su asiento.- Si lo que dices es verdad entonces podremos parar todo esto en un instante.

Iba a irse para poder contarle a Bocón sobre la nueva información, pero la mano de Hicca la hizo detenerse.

-¿Hilda?- vió en sus ojos la súplica.

No debía contarle a nadie.

-Pero si nos quedamos calladas... Un momento, tu ya tienes un plan, ¿no es así?- preguntó de forma sospechosa ahora ganándose una sonrisa nerviosa.

-Puede que sí lo tenga.- comentó riendo por los nervios porque en el fondo no tenía nada preparado. Aún.

-De acuerdo.- la veía seria.- Voy a confiar en ti, Hilda. Pero si vuelves a hacer algo sospechoso, no creas que podré estar ahí para ayudarte.- le advirtió.

-Lo tendré en mente.- Hicca se estiró y se levantó de su asiento, ya iría mañana con Chimuelo para presentarle la nueva silla y poder irse juntos.

Una vez llegó a su celda se recostó en el suelo y se abrazó a sí misma deseando por millonésima vez estar de regreso en casa.

-Aguanta, Chimuelo... Ya pronto volveremos a casa...- susurró quedándose dormida.

Como deseaba volver realidad aquellas palabras.

I'm flyin' with the DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora