Bocón había conocido a muchas personas y dragones desde que tenía todas las extremidades intactas en su cuerpo. Pero por una vez en su vida sentía mucha curiosidad y atracción por la pequeña Hilda, su querida invitada que tenían encerrada en una celda...
Sí, eso no se oiría nada bien cuando le explique a su jefe que hace una forastera encerrada en la celda más alejada de toda Berk.
Admitiría que la chica poseía cierto encanto, era una jóven pequeña y hermosa, extranjera y que veía el mundo de una forma distinta a la que a los vikingos se les ha impuesto gracias a su larga guerra con los dragones.
Pero Hilda tenía algo especial en su interior.
Así que esa tarde volvió a la arena donde entrenaba a los jóvenes ignorando los rugidos y gruñidos que se oían a través de las puertas y se dirigió a una en específico que era más alejada y tenía menos candados que las demás.
Entró sin ningún problema cerrando la puerta detrás de él y con la antorcha que había preparado de antemano acercándose a la figura que se encontraba recargada en una de las paredes de piedra haciendo paralelismo con la chica que se encontraba en la misma situación que él.
-¿Hoy tampoco tenías apetito?- preguntó observando el tazón lleno de sopa y el tarro con agua a un lado.- ¿No sabes que la comida sabe mejor caliente? Cuando está fría sabe a patas de yak con lodo. Ni siquiera me preguntes cómo sé eso.
-¿Qué es lo que quiere?- fue apenas audible, pero la voz del muchacho se oía bastante rasposa y se notaba que forzó su garganta para sacar las palabras.
-Vengo en son de paz.- le dijo sentándose a una distancia considerable. Pues todavía no tenían nada de información de lo que él podría ser.- Vengo para informarte que tu amiga, Hilda, está sana y salva.
Tuvo que aguantar su risa al ver que las orejas del chico se movieron al escuchar aquel nombre y su cola se movió como si fuese un perro.
-Es una muchacha muy lista debo admitir, aprende muy rápido y es de corazón curioso por lo que podemos ver.- comentó con una pequeña risa y comiendo un vegetal del caldo ya frío.- Se preocupa mucho por ti, y le harías un favor si comieras.
Eso le ganó una mala mirada.
-Anda, tu y yo sabemos que esa muchacha te importa tanto como le importas a ella. O hablas, o hacemos esto por la mala.
Chimuelo se acomodó en su lugar y le lanzó una mirada retadora.
-A mí me pueden hacer todo lo que quieran, pero a ella no le hagan nada...
-Es bastante curioso.- interrumpió Bocón.- Ella no puede hablar nuestro idioma, pero tú lo haces a la perfección. Tú te comportas como un humano y ella no. Ella es un animal-
-¡CÁLLATE!- rugió Chimuelo golpeando la pared dejando un hueco.
Ante esto Bocón no pudo evitar saltar por el susto, estudiando con cuidado la reacción del muchacho. Pensando en una buena solución pensó en un plan, bastante loco cabe destacar, en la que podría encontrar el modo de sacarle información a ambos en lo que el jefe llega de buscar el Nido.
-Te diré algo. ¿Qué pensarías si Hilda se uniera a los jóvenes a entrenar con los dragones?
Chimuelo veía al hombre como si éste hubiera perdido un tornillo y se había vuelto loco; aunque una escaneada rápida le hizo darse cuenta que era probablemente la opción más lógica y fiable.
-Los escuchas a diario cuando les doy clases, ¿no es así? Creo que ella encajaría muy bien.
-Si se atreven a tocarle un solo cabello-
-Descuida, la estaré cuidando. Tienes mi palabra. Los dragones no la van a lastimar.
Ahora Bocón lo veía sorprendido cuando Chimuelo comenzó a reír con todas sus fuerzas y se agarraba el estómago como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo.
-Oh- Jajajaja... Esa... Pfft... Esa fue la mejor broma hasta ahora.
-¿De qué tanto te ríes?
-No son los dragones los que me preocupan.- se acomodó nuevamente y mantuvo el contacto visual con el viejo vikingo.- Son los vikingos a los que estoy amenazando.
Y eso solo le trajo más preguntas a Bocón.
Solo esperaba que su jefe regresara pronto.
...
-Oh, ese es el Scauldron más detallado que he visto.- comentó Bocón examinando el nuevo dibujo de la pequeña Hicca.
La mencionada desarrolló la costumbre de enseñarle los dibujos al vikingo y esconderse en el rincón de la celda ocultando su rostro y no decir ni una sola palabra. No en la lengua de los dragones ni en la que le estaban tratando de enseñar.
Aunque podría presumir que los llegaba a entender un poco mejor, pero como llega a pasar al aprender un nuevo idioma, siempre habrá palabras que se le escapen de su vocabulario y entendimiento.
Hicca se estaba poniendo cómoda cuando la gran voz del hombre la sacó de su línea de pensamiento.
-Dime, pequeña Hilda. ¿Tienes alguna relación en específico con los dragones?- preguntó escéptico ante las palabras del jóven hace unas horas atrás y como ella parecía siempre dibujar con gran detalle a los dragones que parecían ser bastantes comunes de donde ella parecía venir.
Tarareó al recibir una sacudida de hombros.
-Bueno, dejando ese pequeño temita de lado.- sacudió su garfio y se sentó en su silla.- Patapez me dijo que puedes leer un poco ahora. Así que, te traje un pequeño regalo.
Hicca abrió los ojos sorprendidas al ver que sacó un libro, sabrá Alaeterna donde lo guardó en primer lugar y se lo pasó a través de las barras. Hicca se acercó de forma cautelosa y tomó el libro entre sus manos inspeccionando de forma curiosa y hojeando las primeras dos páginas para jadear por la sorpresa al encontrar dibujos de dragones.
-Esto, pequeña, se llama el Libro de Dragones. Fue escrito por mi tatarabuelo Bork el Bravo. En aquel libro está todo sobre lo que conocemos de los dragones y sus características más peculiares. Todos los vikingos que entran al entrenamiento deben leerlo para conocer a sus oponentes.
Más Hicca veía los dibujos fascinada, ignorando el hecho de que algunos dibujos eran un poco explícitos sobre cómo capturaban y mataban a sus víctimas, el ver aquellos dibujos hizo que le entrara una enorme nostalgia al recordar a los dragones de su Nido y el objetivo por el que estaban en aquel lugar.
Despegó su vista cuando notó el silencio que se había formado y como aquella robusta bola de pelo la miraba como un padre a su hijo.
Sabía que al darle ese libro traía intenciones ocultas.
-Mañana vas a salir de ésta celda y unirte junto a los demás jinetes al entrenamiento para matar dragones. ¿Apoco eso no te emociona?
El rostro de Hicca palideció cinco tonos y su corazón había dejado de latir mientras sentía unas terribles náuseas atorarse en su garganta.
¿En qué se había metido?
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I'm flyin' with the Dragons
FanfictionHicca era solo una bebé cuando su vida dió un gran giro sin esperarlo. Desde que tiene memoria siempre ha estado rodeada de ellos, dragones de todos los tipos, tamaños y colores. Creciendo a su lado, enseñándole la lengua de los dragones como su med...