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Despertó aquella mañana como todos los días. Con una bola de Terribles Terrores llegando a toda velocidad a dónde estaba durmiendo para después jalar de sus pijamas, ya que al parecer querían jugar y necesitaban a su compañera de juegos. A las cinco de la mañana en un Lunes.

Como pudo, porque su cerebro apenas estaba despertando, alejó a los pequeños diablos antes prometiéndoles que jugaría con ellos cuando el Sol se encontrara en su punto medio. Una vez logró su objetivo de comenzar la mañana de forma pacífica, o al menos eso esperaba, asomó su cabeza ligeramente de su cueva notando como los dragones dejaban sus nidos para comenzar sus labores de caza y pesca para sus crías.

Hicca se puso su túnica verde, su chaleco marrón con capucha, pantalones verdes oscuros, rodilleras y coderas, junto a sus botas marrones. Arregló de paso su largo cabello en una coleta baja y tomó su pequeña hacha. Salió de la cueva al bosque más cercano mientras pensaba que al ser la única humana en la isla de dragones tenía sus ventajas, cómo recolectar leña y jugar con los bebés cuando los asultos no podían hacerlo. Más que nada era hacer cosas que no la exponían al peligro.

Encontró un árbol pequeño y a la vez duro que podría cortar sin problemas. Agarró el hacha como tantas veces lo ha hecho, riendo ante el recuerdo de un Cortaleña que le enseñó a hacer ésta tarea solo teniendo cinco años, y casi decapitando a uno de los dragones cuando balanceó la pesada hacha hacia su dirección. Todavía tenían pesadillas de aquel día.

Tanto estaba en su tren de recuerdos que no se dió cuenta de que ya tenía parte de la tarea terminada, colocando toda la madera en una pequeña canasta que ella había colocado con anterioridad. Se acercó a otro de los árboles dispuesta a cortarlo para terminar su labor, preparó el hacha para golpearla con el tronco y-

-Hey, renacuajo.

Con un pequeño salto y grito por el susto dió una vuelta en sus talones, lanzando el hacha por inercia hacia la dirección de la voz. Solo para cubrir su boca rápidamente y abrir los ojos a más no poder cuando procesó que había sucedido.

El hacha había impactado justamente en el tronco justo a unos pocos centímetros de la cabeza de Chimuelo, cuya piel se volvió más pálida que el papel y sudaba a mares.

-No se que hice, pero pido perdón por mis pecados...

-¡Chimuelo, perdón!- corrió rápido a quitar el hacha del tronco y revisar que estuviera bien.- Estaba recogiendo leña y no sabía que estabas aquí. No te escuché. En serio perdón.

-Ah... Está bien. Nada serio.- tomó la canasta que estaba a sus pies para regresar a la cueva donde todos los dragones vivían dejando que la chica llevara el hacha, porque en serio, a pesar de parecer frágil esa niña tenía una gran fuerza.

Una fuerza digna de un vikingo.

Negó la cabeza alejando esos pensamientos. Hicca era un alma de dragón atrapada en un cuerpo de vikingo, es por eso la trajeron en primer lugar a la isla. Él lo sabía, el Alaeterna les había advertido de una cría de los vikingos que haría que ambos mundos estarían finalmente en paz.

Elo...

¿Por qué estaba oculta específicamente en el Nido dónde ellos vivían?

Huelo...

¿Tenía algo que ver con la profecía?

¡Chimuelo!

Salió de su línea de pensamiento al escuchar el grito de Hicca, quien estaba justo en frente de él con esa mirada preocupada por ver a su mejor amigo inusualmente callado.

-¿Todo bien, amigo?

-... Sí, perdona. Supongo que el susto con el hacha fue bastante grande.- bromeó antes de reír cuando una ofendida Hicca le golpeó el hombro.

I'm flyin' with the DragonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora