I'm flyin' with the Dragons

XIV

Hicca estaba acostumbrada a volar sobre la espalda de un dragón, adoraba volar especialmente sobre Chimuelo y hacer todo tipo de trucos en el aire. A lo que no estaba acostumbrada era a montar un dragón con una persona delante suya.

Había logrado subir a los adolescentes a los dragones esperando que ellos ya se acostumbraron a la sensación y lo duro que es al principio montar sobre uno la primera vez.

Agradecía mil veces en su cabeza montar sobre Engla y con Astrid, porque estaba bastante segura que ya le hubiera gritado al pobre alma que le hubiera tocado montar con ella.

Solo esperaba llegar a tiempo y que su amigo estuviera a salvo.

Al entrar a la niebla una horrible sensación se formó en su estómago y abrazaba fuerte de forma inconsciente a Astrid solo confiando en los dragones supieran por dónde debían ir. Dando una última bocanada de aire lograron llegar al final de la niebla, pero la vista que les esperaba no era del todo placentera.

Hicca sintió un horrible escalofrío recorrer su cuerpo cuando tuvo a la vista a un horrible dragón gris gigante y el fuego alrededor mientras los vikingos corrían de un lado a otro de la isla. Ahí fue cuando alcanzó a ver al jefe de los vikingos y Bocón que parecían estar distrayendo a la reina.

-¡Ashtred!- gritó Hicca y los cuatro dragones volaron de picada hacia abajo en dirección al gigante dragón y la Nadder Mortal disparó detrás de la cabeza de la reina haciéndola parar.

Hicca guió a los dragones haciéndolos circular alrededor de la cabeza de la reina para evitar que siguiera disparando fuego.

-¡Gemelos cuiden sus espaldas! ¡Vamos, Patapez!

-Míranos, ¡Estamos sobre dragones!- gritó Brutacio emocionado hacia los vikingos que los veían incrédulos.

-¡Phadafez!- gritó Hicca. Esa era la señal para que el chico use su conocimiento sobre los dragones.

-Ok, veamos...- comenzó a analizar Patapez.- La Muerte Roja. Grande, con un gran cráneo para destruir y atacar; manténgase alejados de eso. Ojos pequeños, fosas nasales grandes. Depende del oído y el olfato.

Durante su explicación Hicca trataba de buscar a Chimuelo, pero el fuego y el humo no le daba la mejor de las vistas y esperaba con todo su corazón que estuviera lejos y a salvo de la batalla.

Hicca analizó las palabras de Patapez e ideó rápidamente un plan que pudiera servir como distracción mientras buscaba a Chimuelo.

-Phadafez, Phadan, phundo... ¡Shiego!- trataba de traducir su plan, y como le rezaba a Alaeterna para que le entiendan.- Jamelos... ¡Enojo!

Y eso último sí que lo entendieron muy bien.

-¡Esa es mi especialidad!- escuchó gritar a Brutilda.

-¿Desde cuándo?- preguntó Brutacio ofendido.- Todos saben que soy muy irritante. ¿Ves?

Brutacio dobló el cuello del pobre dragón mientras sacaba la lengua y hacía ruidos, pero Hicca si tuvo que aguantar una pequeña risa cuando vió a la cabeza hacer lo mismo burlándose de la otra.

-¡Vashan!- les gritó cuando recordó el porqué estaban ahí en primer lugar.

Una vez el grupo estaba dividido Hicca se encargó de buscar a Chimuelo con ayuda de Astrid y su dragona.

Por el lado de Chimuelo, éste se encontraba peleando para quitarse las ataduras y poder irse de ahí, pero entre todo el humo logró alcanzar a ver algo a la distancia. Una cabellera que reconocería en cualquier lugar.

-¡HICCA!- rugió con todas sus fuerzas y sonrió al ver que había logrado captar su atención.

-¡Ahí está!- apuntó al lugar donde había escuchado el grito y las tres se dirigieron ahí, encontrando a Chimuelo atado en uno de los barcos que iba a ser consumido por el fuego si no actuaba rápido.