➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑𝟎 ᘒ ꒦ 🜸

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Deseaba con todas sus fuerzas, que aquello sólo fuera una horrible pesadilla, un sueño de mal gusto, o simplemente que no fuere real. Sin embargo, era todo lo contrario, ese día sería su gran boda, y tan solo pensar en eso, hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas sin poder evitarlo. En ese momento aún se encontraba recostado en su cama, eran las doce del día y la boda se iniciaría en tres horas más. Necesitaba alistarse, lo sabía, pero sin embargo sólo cerró los ojos de nuevo, y como si su mente se lo recordara, Jeno llegó a sus pensamientos. En su interior, sentía una gran tristeza al no poder hacer nada al respecto y cancelar la boda. No quería casarse. Lo odiaba, tan solo de recordarlo, su cuerpo acumulaba ese sentimiento llamado: Ira. No se atrevía a hacerle eso a Jeno, a su amado mariscal. ¿Cómo lo vería después de firmar el contrato? ¿Cómo se atrevería a hablarle sabiendo que lo amaba con todo su ser, pero en su lugar ahora estaba una dulce Princesa?

Sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar cómo alguien abría la puerta, para su suerte, era Chenle. Quien, al verlo aún en la cama, abrió sus ojos y se apresuró a quitar las sábanas del cuerpo del Príncipe, este gruñó ante eso y se fue sentando poco a poco, aun con los ojos cerrados. "¡Jaemin! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Aunque yo también odie esto, necesitas arreglarte para la boda! ¿Por qué sigues acostado?". Exclamó con irritación Chenle mientras sacaba el traje del gran armario, y lo ponía sobre la cama del Príncipe. El mensajero ya se había recuperado de su herida en el hombro, por lo tanto, ya podía hacer otras cosas más, que estar solamente acostado, le irritaba eso. Por órdenes del Rey, fue enviado a visitar a Jaemin y ver cómo le iba con su arreglo físico, pero se había llevado una sorpresa al observar cómo el Príncipe aún seguía recostado. "Ve a darte una ducha... ¿Está bien?". Dijo con la voz un poco más calmada y Jaemin se limitó a asentir.

No podría hacer otra cosa.

"Traigan al mariscal Lee Jeno

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"Traigan al mariscal Lee Jeno... Por favor". Dijo ya con mucha dificultad el Rey, quien yacía en una silla de ruedas, tenía que estar presente en la boda de su hijo, si es que no moría antes. De verdad, su salud era fatal. Haechan al escuchar eso, abrió un poco más sus ojos y tragó ruidosamente saliva. Su presencia en ese momento había sido solicitada por el Rey, ya que tenía algo urgente por decirle, y allí se encontraba, enfrente de él, quien pedía la presencia del mariscal. ¿Qué podía decirle? Todo el viaje de Jeno había sido en secreto, ni siquiera los guardias sabían de eso. Tomó una respiración grande, y se le ocurrió decir lo primero que viniera a su mente. "Él... Bueno, su alteza, Jeno dejó el palacio porque yo le solicité traer unas armas que los soldados necesitaban, así que...". Mientras decía la mentira, sus mansos se movían haciendo cosas raras, como juntando ambas palmas o señalando algo. Era un hábito en él. Sin embargo, su voz temblaba mucho, delatándose él mismo, no solía mentir a nadie, mucho menos al Rey, pero debido a las circunstancias, era algo que necesitaba hacer. Después de terminar su relato, el Rey bajó la cabeza, notándose muy cansado, y empezó a toser cubriéndose la boca. "¿Desde cuándo se fue?". Pregunto con dificultad. "Hace dos días su alteza". Dijo con firmeza, ya que era la verdad.

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