Hay días que no puedo dormir.
Aquél jueves en la noche era uno de ellos, cuando dieron las dos de la madrugada del sábado incluso tuve sed, pero no tenía agua a la mano, tendría que bajar a la cocina por alguna botella, al bajar la cocina tenía las luces prendidas, me extrañé porque nadie había dicho que usaría la cocina a tales horas, al acercarme te vi, estabas leyendo algo en tu celular y entonces pasaste a vaciar pequeñas cucharadas de ingredientes a tu bowl.
Eras un desastre en la cocina.
Ni siquiera te percataste de mi llegada, me acerqué a ver lo que hacías, tenías cupcakes que lucían bastante bien.
Supuse estabas haciendo el betún, me acerqué por detrás de ti y te abracé por la espalda. Quería saber cómo reaccionarias.
Te tensaste, cerraste los ojos y volteaste con temor, al abrirlos te sorprendiste pero te relajaste.
"Ah, tú..." Volviste tu vista a lo que hacías y entonces caíste en cuenta de que sí, era yo. Soltaste todo, o se te cayó, no lo sé.
Hice la seña para que guardaras silencio, parecía que estabas por gritar, y no querías despertar a los demás.
Me separé de ti y tomé tu celular de la mesa, estabas revisando la receta de un betún para cupcakes.
"Cuando estuve en el hospital todos fueron a verme, por tres días seguidos" Obviamente, te interrumpí diciendo que yo fui cuatro días, reiste asintiendo. "Quiero agradecerles por preocuparse por mí y todo eso, así que quiero sorprenderlos con estos cupcakes"
Hice una broma de que esperaba la sorpresa no era una indigestión o algún malestar estomacal, pero me aseguraste que estaban ricos, me diste del cupcake que habías apartado del resto para probarlo, y era verdad, estaban ricos. Entonces confesaste tener problemas con el betún y que aún te faltaba amasar el fondant y hacer las figuritas personalizadas para cada uno de nuestros compañeros, probablemente no acabarías antes de que lo demás despertaran.
Te ofrecí mi ayuda, mientras terminaba el betún tú comenzaste a amasar el fondant, a la primera casi rompes la mesa, entonces mediste tu fuerza y entendiste que la paciencia era importante para la cocina.
Me platicaste que decidiste hacerlos de sorpresa y tenerlos listos el viernes antes de que algunos se fueran a sus casas, que diseñaste algunas decoraciones especiales y prácticaste el fin de semana pasado tus habilidades en los cupcakes, aunque sólo hiciste los panquecillos.
Juntos terminamos en tiempo récord los cupcakes y la limpieza de la cocina antes de que los demás despertaran. Llevamos los cupcakes a tu cuarto, y nos arreglamos cada uno en su habitación para ir a clases, aunque no hayamos dormido en lo absoluto, no sentíamos gran cansancio.
Antes de salir hacia la escuela me diste mi cupcake, al parecer ese lo habías hecho antes, porque no recuerdo haberlo visto mientras los preparábamos.
"Especialmente para ti, tiene chocolate y picante. Suena extraño pero sé que ya lo has probado antes y te gusta, así que espero cumplir con tu gusto"
Eres maravilloso, Kirishima, no me canso de decirlo ni pensarlo.
Cuando los demás recibieron tus cupcakes, les alegraste el día, sin excepción. Incluso Aizawa recibió el suyo, aunque nos regañó por desvelarnos (era evidente por nuestras ojeras).
Todos estaban sorprendidos porque no tenías que hacerlo, no tenías que agradecerles.
Yo también lo sé, no tenías qué pero no me sorprende tampoco que hayas decidido hacerlo, ¿Sabes?
Es parte de ti, eres así.
Y así me gustas.
Querido yo...
No te enamores.no te enamores más.
no te enamores aún más de su sonrisa.
no te enamores aún más de su cuerpo.
no te enamores aún más de sus ojos.
no te enamores aún más de aquél rojo falso en él.
no te enamores aún más de su inteligencia.
no te enamores aún más de su determinación.
no te enamores aún más de su amabilidad.
no te enamores aún más de su heroísmo.
no te enamores aún más de su valentía.
no te enamores aún más de su gran corazón.