Nos hemos venido hasta mi casa y ahora estamos en mi habitación, nos recostamos sobre el sillón, Eithan se cómoda y me atrae hacia su cuerpo, nuestros cuerpos se tocan y vuelvo a sentir la misma electricidad. Miro sus ojos que me observan atentos y parece absorto en mi, mis ojos recorren su rostro, noto que no tiene ninguna imperfección, es como porcelana y me asombra y complace al mismo tiempo. No puedo evitar caer en mirar sus labios, son gruesos, pero se ven delicados y suaves a la vez, tanto que parecen diminutos por un momento. Quiero volver a probar si son tan suaves como se ven. Trago en seco y él al fin aparta sus ojos de mi rostro, que se dirigen a mis labios, los mira, pero no hace nada, solo se queda observándolos atento. Sus ojos vuelven a viajar y se mantienen entre mis labios y ojos una y otra vez.
—Quiero besarte —confiesa. Sus ojos dejan ver un brillo latente en ellos.
—¿Y qué estás esperando para hacerlo? —Quiero que me bese, no tengo duda de ello. Estoy esperando el contacto, pero vuelve a hablar:
—Necesito... que lo necesites también. —Vaya.
—¿Quién dijo que no lo necesitaba? —Supiera la necesidad que me provoca tener su contacto.
—Necesito que lo digas. —Sus ojos siguen puestos sobre mis labios y la electricidad permanece latente.
A pesar de los nervios, no tardo en responder ni un segundo:
—Necesito tus labios. —Lo necesito.
—Otra vez —pide, sin apartar sus ojos de mis labios.
—Te necesito. —Eso basta para que se acerque y sus labios me buscan con desesperación y yo respondo de igual forma.
Que placer es tenerlo así de cerca. Miles de emociones me embargan y me cuesta trabajo procesarlas, son demasiadas a la vez, que me abruman, pero me abruman de una buena manera y creo que esto ha sellado la idea de estar juntos. Lo ha conseguido, aquí estoy, estremeciéndome por él.
Eithan
Esta chica se me ha metido en la piel, no puedo escapar de ella ni de lo que siento. No puedo escapar de su mirada que me atrapa, ni de su cuerpo que me llama. Se ha comido mi alma y mi cuerpo... mi mente y corazón son suyos hace ya muchísimo tiempo.
—Eres como una adicción —es lo primero que se escapa de mis labios cuando los aparto de los suyos. Si no fuera porque debemos seguir respirando, jamás me apartaría de ellos.
—¿Puedo serlo eternamente? Por favor —Dios, que he dicho.
—¿No te queda claro acaso que una adicción es permanente? —Creo que no fue tan malo después de todo, entonces.
—Pero una adicción puede sanarse. —Que triste.
—Solo si se quiere. Yo no deseo recuperarme.—Mis palabras son sinceras, lo sé, lo siento.
Bexley
Y aquí estamos, estoy entre sus brazos, se ha colado en mi piel y no tengo intención alguna en sacarlo. Jamás creí que estaría así con alguien, entre sus brazos, su piel, bajo su torso desnudo, disfrutando de su compañía y confianza.
—Eres como una adicción —dice y mi mundo se pone patas arriba. Me ha entrado calor. El resto de sus palabras me han comido.
Han pasado un par de horas ya y el amanecer parece asomarse. Estoy pensando en que el sueño aun no me acompaña, cuestionando si debo dormirme o no, pero antes de decidirlo, escucho a Eithan hablar:
—Ven, quiero que vengas conmigo. —Sus ojos se iluminan y se pone en pie entusiasmado.
—¿Dónde? —Que intriga.
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Nada es lo que parece
Teen Fiction"El infierno está vacío, todos los demonios están aquí".