Capítulo Nº14: Si tú quieres que sea

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Han pasado dos semanas desde la última vez que vi a Eithan. Me encantaría decir que es porque se ha ido y se ha alejado de mí, porque yo no soy capaz, pero no. Han pasado dos semanas desde que no lo veo a él y a mis amigos.

Hemos viajado porque mi hermano ha empeorado, su salud está en decadencia y queremos estar con él cada día.

Nos dirigimos hacia la clínica, mi hermano ha decaído por la noche y tuvimos que llevarlo de urgencia. Pasamos la noche con él, pero por la mañana fuimos hasta el departamento a darnos una ducha y asearnos, ahora ya vamos a por él nuevamente.

Mi padre detiene el vehículo en el estacionamiento y bajamos. No sé cuál de todos tenemos la peor cara, no hemos dormido bien en días y ni hablar de anoche, pero mi hermano nos necesita, ahora más que nunca.

Cuando entramos, el doctor se encuentra esperándonos afuera de la habitación de Tomy. No puede ser. Esto solo puede indicar que algo malo está pasando.

—Lo siento mucho —dice cuando llegamos hasta él. Y mi madre se desarma. Veo cómo sus piernas se flexionan, pero no alcanzan a tocar el suelo porque es tomada por mi padre y a lo lejos logro escuchar el llanto de mi destruida madre.

—Solo le quedan días —dice el médico— quizá horas. —Mi padre se enfurece y yo sigo escuchando a lo lejos, mi mundo se ha detenido, pero afuera todo sigue igual.

—¡Cómo es posible! ¡Lo hemos traído hasta sus manos porque se supone que es bueno! —el rostro de mi padre se ha vuelto rojo de la furia— ¡No me diga ahora que no puede salvarlo! ¡Haga algo!

—Lo siento mucho, ya es tarde —dice el médico mirándole a los ojos. Yo sigo en mi lento mundo, intentando procesar lo que está diciendo el médico.

—¡Cómo que tarde! ¡Los hemos traído por años! ¡¿Y vas a decirme que ahora es tarde?! —sigue gritando mi padre.

—Señor, hemos hecho todo lo que hemos podido durante todos estos meses, pero su evolución no ha sido buena. Todos sabemos que este gen de cáncer es rápido, más en sus hijos y no hemos podido detenerlo.

El gen de cáncer que padece mi hermano (cáncer de corazón) y que debí haber padecido yo y no él, es un tipo de cáncer extremadamente extraño, ya que, se puede poseer tumores en el corazón que no son cancerosos, sin embargo, nuestro gen, el que nos hereda el cáncer, si posee tumores cancerosos, lo que se reduce a: muerte. Una muerte jodidamente injusta porque es heredada. Ósea, naciste, te heredan y te vas. Así de simple y así de doloroso.

El médico detiene sus palabras y veo en sus ojos que espera a la reacción de mi padre, pero este no dice nada, entonces agrega:

— Lo sentimos señor, pero ya no hay nada más que hacer.

Por un momento pensé que mi padre se acercaría a golpearlo, pero no. Sus hombros caen y puedo ver como las lágrimas corren por sus mejillas. Es todo, a mi hermano no le queda tiempo.

Abandono la escena y me adentro en la habitación de mi hermano, se encuentra conectado a variadas máquinas y yace dormido en la cama, los calmantes lo deben tener muy dormido como para no sentir los gritos que hay allá afuera. Su piel luce tan pálida, que su cabello pareciera ser más oscuro. Su rostro parece angelical y a sus ojos los rodean manchas de cansancio.

Me acerco y puedo sentir su calma, ahí dormido parece que nada está mal, como si no se estuviera muriendo ahora mismo. Tomo su mano y las lágrimas comienzan a salir, la pena y la rabia me llenan, esto no debería estarle pasando a él, debería pasarme a mi. Todos creímos que el gen se saltaría hasta a mi, pero no fue así. Tomo la mano de mi hermano, cierro los ojos y siento la cálida piel de su mano, al mismo tiempo en que pienso en las mil formas de morir que tengo...siento un apretón, abro los ojos y puedo ver su mano apretando levemente la mía, dirijo mi vista a su rostro, me está observando y me esboza una pequeña sonrisa. No puedo creer que después de todo lo que está sucediendo en su vida, aún tenga la fuerza para entregarme una sonrisa.

Nada es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora