No puedo confesarme.

La casa del diablo.

Cuando llegaron a la propiedad en la que habitaba su abuela, Baekhyun se sentía enfermo como siempre que se teletransporta de un lugar a otro; también cómo era habitual nadie esperaba fuera de la casa por su llegada y el elfo indiferente a su presencia solo camino hacia la puerta sin esperarlo a qué se recuperará.

La casa era grande y se encontraba en un predio en el que había suficiente espacio para un jardín, tenía un aire que combinaba lo elegante y fría personalidad de las personas que la habitaban así como un ligero aroma agrio que emanaba de la propiedad.

Lo que más molestaba a Baekhyun en esto momentos era no tener la posibilidad de rodear la casa y dirigirse a la parte trasera; en dónde había sido construida una pequeña estructura que era fácilmente opacada por las casas contiguas, pero que era habitada por la única persona que le importaba en ese lugar, su madre.

La conversación reglamentaria que tenía con su abuela consistía en un discurso similar al del año pasado y podía sentir sin necesidad de ver la amarga mirada que le dedicaba.

Cuando Baekhyun fue liberado con la explícita orden de retirarse a su habitación hasta la hora del almuerzo, lo hizo sin objeción tan solo caminando de manera resignada, había descubierto su lugar dentro de esa casa muchos tiempos atrás. Incluso ahora el recuerdo le causaba pesadillas y escalofríos cuando lo dejaba tener lugar en sus pensamientos.

Desempaco sus pertenencias con cuidado y escondió la sagrada calceta la parte superior del armario esperando que nadie rebuscar en ese lugar.

Cuando el reloj dió la hora bajo a la parte trasera de la casa y entro, observó a la persona que la habitada quien ya se encontraba sentada en el pequeño comedor, ella tenía la mirada perdida con ojos que asimilaban un pozo. Hablo con ella sin esperar respuesta, le contó sus aventuras de la escuela, sobre como había agarrado a una escurridiza pelotita voladora para después ser golpeado por otra, le contó sobre sus elaboradas bromas... Baekhyun pensaba que muy en el fondo, ella pudiera escucharlo y lo sabía porque en su rostro llegaba el momento en el que pintaba una leve sonrisa; talvez solo fuera una ilusión, pero él se conformaba con eso y lo tomaba para darse esperanza.

La vida que tendría que seguir ahora sería incluso más rutinaria que antes, pero sacrificaría horas de sueña para poder hacer la poción por la noche, probablemente le llevaría todas las vacaciones pero si lo lograba ni siquiera tendría que volver a Hogwarts.

¿Qué tan lejos podría escapar? ¿Debería decir todo lo que sabe una vez que haya puesto a su madre en un lugar seguro? ¿Qué haría después?
No sabía nada, pero debía intentarlo si importar el costo.

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