Capítulo 3 José María

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Si tan solo hubiera tenido más tiempo. De saber que nuestra historia tenía el tiempo contado lo hubiera aprovechado desde el primer segundo en que te vi, te habría dicho más te amos, mis abrazos habrían sido más fuertes, de mayor intensidad y que duraran por toda una eternidad, habría pasado más tiempo en casa a tu lado disfrutando a nuestros hijos, los habría llevado a mas viajes y les habría dejado mil lecciones de vida. Dicen que antes de morir ves tu vida pasar delante de ti, al parecer yo comencé a vivir el día en que conocí al amor de mi vida.

¿ustedes creen en el amor a primera vista? Porque yo sí, conocí al mío a mis 25 años y le di todo por 17 años. Hijo de un magnate de la producción musical y de la mujer más dedicada a su familia que nos dio a mi hermana gemela y a mi toda la atención y amor que una madre puede dar para formar un par de seres humanos de bases firmes, trabajadores y con valores. Tanto mi hermana como yo crecimos con todos los privilegios que una posición económica holgada puede otorgar, sin embargo mi madre nos mantuvo con los pies en la tierra, Majo había estudiado administración de empresas y producción musical y yo producción musical y mercadotecnia, junto con mi padre comenzamos a expandir los alcances de la discográfica que tenía y estábamos apostando todo a las oficinas de Miami que mi padre tenía un poco olvidadas y que dejó por completo a nuestro cargo, en lo que él seguía como director general en la oficina de Nueva York. Al movernos a Miami di con un restaurante que llamó mi atención por su nombre "Luna's" y al llegar ahí estaba ella, un ángel en toda la extensión de la palabra, de cabello rubio cenizo y ojos verdes esmeralda, tez blanca, pero de bronceado perfecto, no muy alta y de complexión atlética, se encontraba en el recibidor del restaurante ejerciendo el papel de anfitriona y mesera.

-Linda tarde- dijo con su voz angelical- bienvenidos a Luna's ¿mesa para dos?

-Si por favor- Majo había respondido por mí, ya que al parecer había perdido la habilidad del habla.

-Síganme- dijo la rubia dando la vuelta y Dios era perfecta, con mi vista grabé en mi memoria cada centímetro de su espalda, trasero y piernas.

-Deja de ver a Luz de esa forma, pareces un depravado sexual- Majo sacándome de mis pensamientos susurrando para no exponerme, simplemente la mejor hermana.

- ¿Cómo sabes que se llama Luz? - no recordaba que la chica hubiera dicho su nombre.

- Estamos en un restaurante donde los empleados llevan su nombre en una etiqueta sobre su pecho, si prestaras un poco de atención podrías pasar de babear por ella a babearla a ella- Majo soltó una risa que llamó la atención de Luz que se había detenido para mostrarnos nuestra mesa.

- ¿todo bien? - nos preguntó mientras ambos tomábamos asiento y ella nos entregaba los menús.

- Todo perfecto- al fin había podido articular palabras, pero no sabía si lo que acababa de decir era por la ubicación de la mesa, la calidez del restaurante o simplemente por ella.

-Mi nombre es Luz y estaré a sus órdenes, ¿gustan algo de tomar en lo que ven el menú y deciden cual va a ser su orden?

-Muchas gracias Luz, para mi limonada en agua mineral sin azúcar y para el baboso de mi hermano una cerveza clara, ah y dos vasos de agua natural con hielo por favor.

- ¿algo más? - preguntó el amor de mi vida y ambos negamos con la cabeza- en un momento regreso con sus bebidas.

-Hazte un favor y mira el menú, pareces un idiota babeando por esa chica y sin poder articular palabra alguna.

-No es una chica cualquiera, ella es el amor de mi vida, la futura madre de mis hijos- dije convencido y con firmeza mirando a los ojos a mi hermana.

Y así fue, después de ese primer encuentro volví cada día a comer a la misma hora para poder verla, Majo había desistido después de la segunda semana, ya había pasado un mes desde esa primera vez y me había armado de valor para invitarla a salir. Al llegar la señora Gloria me recibió atendiéndome todo el tiempo y sin rastro de mi ángel por ningún lado, pasó la comida y al momento de pedir la cuenta me armé de valor y le pregunté a su madre por ella a lo que me contestó "ha vuelto a la escuela, pero me ha dejado esto para ti" sacó un papelito doblado entregándomelo y sentí mi corazón salir de mi pecho al ver que era su número de celular. Sin perder más el tiempo le envié el primer mensaje, un simple "Tienes falta hoy" esperando que respondiera y sobre todo que supiera que era yo. Unos minutos después me llegaba su respuesta "Pero ya veo que tu no. Llevas un mes acudiendo a comer al restaurante pidiendo "la especialidad del chef" y comiéndote cualquier invento raro de mi hermana solo con la finalidad de hablar conmigo, dime ¿en algún momento pensabas invitarme a salir?" y ahí estaba ella siendo directa y yo quedando como un estúpido cobarde por haber esperado tanto. Pero me arme de valor y aprovechando que no la tenía de frente le envié el siguiente mensaje "justo hoy te iba invitar a salir, pero tu madre me ha dicho que has vuelto a la escuela, tuve 29 oportunidades de invitarte a salir y creo que lo arruine, debí haberlo hecho desde el primer día que te vi pero con trabajo podía articular palabra alguna, me puedes decir ¿qué clase de hechizo lanzaste sobre mí?" y ahí estaba yo tratando de ser lo más galante que se pudiera, sonriéndole estúpidamente a la pantalla del celular y sintiendo mi corazón palpitar más fuerte con cada mensaje que llegaba de ella. Mi Luz estudiaba la maestría en administración de empresas en Texas y le quedaba un semestre para terminar su posgrado, el verano lo había aprovechado para realizar trabajo de campo en el negocio de sus padres y con todos los datos obtenidos había regresado al campus universitario para darle forma a su tesis y poder titularse antes de que terminase el año. Todas las tardes, desde ese día hasta su regreso, le robaba una hora de su valioso tiempo para platicar con ella, ya fuera por mensaje o llamada. Majo decía que éramos un par de románticos sin remedio, que tanto ella como yo podíamos estar disfrutando de nuestra soltería y sin embargo ahí estábamos siendo fieles a la promesa de esperar a volvernos a encontrar y darnos la oportunidad de salir en forma. A pesar de la distancia yo me sentía completamente enamorado y cuando menos lo pensé ella estaba de vuelta, esas primeras citas con el primer abrazo, el tomar su mano por primera vez e incluso ese primer beso habían sido mágicos para mí, no podía visualizar mi vida futura si no fuera a su lado e inmediatamente le pedí que fuera mi novia, accedió con la condición de ir lento ya que le habían roto el corazón y no quería arriesgarse de nuevo, yo me encargué de acabar con todos sus miedos, le demostré que mi amor era real y para siempre, fui paciente y supe esperarla. Cada día que pasaba nuestra relación se volvía más formal, nuestras familias ya convivían y todos se llevaban de maravilla a excepción de Majo y Dany las cuales eran tan parecidas en carácter que chocaban completamente, solo faltaba dar el paso final: proponerle matrimonio, me aterraba la idea de que sintiera que nos estábamos apresurando, yo tenía 27 años y ella estaba por cumplir los 24, ya no éramos unos niños pero quizás ella quería salir a recorrer el mundo por su cuenta, tanto ella como Dany se dedicaban al restaurante de sus padres y tenían grandes planes a nivel profesional que yo mejor que nadie conocía y el formar una familia nunca aparecía en las visualizaciones que ella hacia a corto plazo, yo no dudaba de su amor solo que no sabía si estábamos en el mismo canal, yo deseaba tenerla conmigo todos los días, que sus ojos color esmeralda fueran lo primero y lo último que mis ojos vieran cada día, despertar con un beso de sus labios y dormir abrazado a ella, deseaba llenar mi casa de niños y un par de perros, lo quería todo ya pero con ella. Y ella, ella me lo dio todo y hasta un poquito más.

Luna MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora