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Me criaron para casarme con un monstruo

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Me criaron para casarme con un monstruo. 

El dia anterior a la boda apenas pude respirar. El miedo y la rabia se asentaron en mi estómago, me pasé toda la tarde escondido en mis plantas, acariciando los pedalos de la rosas, de mi invernadero que jamás volvería a tocar. Me apoyé en el regadora y deseé poder gritar bien fuerte a quienes me eligieron aquel destino.

Observé las oscuras esquinas de mi invernadero. Cuando mi hermano gemelo, Harry y yo éramos pequeños, nos contaron la misma historia terrible que a los demás niños: "los demonios están hechos de sombra, no mires a las sombras durante mucho tiempo, pues un demonio podría verte" . Para nosotros fue más horrible si cabe, ya que soliamos ver a las victimas de ataques demoniacos, algunas gritaban, otras emducian de locura. Sus familias los arrastraban a través del vestibulo y rogaban a Padre que usara sus artes Hermeticas para curarlos. 

A veces podía calmarles el dolor, aunque solo fuese un poco. Sin embargo no habia cura para la locura que inducian los demonios.

Y mi futuro marido

_ "El Bondadoso Señor"  era el principe de los demonios él no era como aquella sombras viciosas y descerebradas a las que gobernaba como corresponde al principe, su poder superaba con creces el de sus súbditos: Hablaba y adoptaba tal aspecto que los ojos de los mortales podrian mirarle a la cara sin volverse locos. Pero seguia siendo un demonio Tras nuestra noches de bodas ¿que quedaria de mi?

Escuché una tos húmeda y me di la vuelta. A mis espaldas estaba el tio Remus, con sus finos labios apretados formando una delgada linea, y un mechón de pelo que escapaba de su moño es cierto me olvidaba decir que mi tio Remus es un doncel como yo y mi hermano y como lo fue mi Papá, mi papá era él más bello doncel que pudo existir en este mundo.

-Nos vestiremos para la cena, Lo dijo sin emoción alguna, con el mismo tono tranquilo con el que la noche anterior, como tantas otras veces, me decia "Eres la esperanza de nuestra gente"  su voz se afilo.

-¿Me estás escuchando, Neville? tu padre te ha organizado una cena de despedida, no llegues tarde.

Deseé poder agarrarlo por sus huesudos hombros y sacudirlo, que tuviera que marcharme era culpa de Padre.

-Si, tio, susurré

Padre llevaba su chaleco de seda roja, Harry su vestido azul con cinco volantes; tio Remus sus perlas; y yo me puse el mejor vestido de luto que tenia, el de los lazos de raso, la comida era magnifica: almendras  confitadas, aceitunas en vinagre, perdis rellana y el mejor vino que tenia Padre. Incluso uno de los sirvientes toca el laúd en una esquina, como si estuviésemos en el banquete de un Duque, Cualquiera pensaría que Padre intentaba demostrar lo mucho que quería o, al menos que honraba mi sacrificio. Sin embargo, en el momento en que vi los ojos rojos de Harry al otro lado de la mesa, supe que la cena era para él.

Asi que me senté erguido en la silla, apenas capaz de tragar la comida, pero con una sonrisa fija en la cara. De vez en cuando, el nivel de las conversacion disminuia y oía el ruidoso tic-tac del reloj del abuelo en la sala de estar, contando uno a uno los segundos que me acercaban a mi marido. Se me revolvio el estómafo, pero sonreí mascullando alegres banalidades como que mi matrimonio era una aventura, lo emocianado que estaba de pelear con el Bondadoso Señor y cómo juraba por el espíritu de nuestra difunda madre (papá)  que iba a vengar su muerte.

PRIS AVEC LA BÊTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora