—Es probable, pero he estado trayéndole hierbas frescas todos los días durante dos semanas.
—¿La has estado sobornando?
—Si funciona, ¿por qué no?
—Me arrebató el velo de las manos y me lo colocó sobre la cabeza
—Será mejor que te ruborices o todo el mundo sabrá que no soy yo.
—Harry, no creo que haya nada en este mundo que haga que te ruborices. Y, de todas formas, llevo un velo.
—Agarré sus manos
—. Debes permanecer escondida. Entre la penumbra y el velo de gasa apenas pude distinguir una sonrisa.—Buena suerte.Nan Hubbard me miró de reojo, pero no dijo nada mientras me llevaba hacia la hoguera en el centro de la plaza. Una gran ovación empezó mientras me conducían y me sentaban en la mesa principal para que los festejos pudieran empezar. Un grupo de chicas se tomó las manos alrededor de la hoguera y cantaron: no era cualquier himno tradicional de las bodas, sino la canción que se cantaba siempre esa noche.
Te cantaremos nueve, ¡oh!¿Cuál es tu nueve, oh?Nueve es por las nueve lucecitas brillantes.Veremos el cielo, oh.
Conocía la letra bastante bien, pues la canción era también una nana; Madre solía cantárnos la antes de que la enfermedad se la llevara y siempre fue una de mis favoritas.
Cuatro por los símbolos en tu puerta.Veremos el cielo, oh.
Pero en ese momento, las palabras me hicieron temblar con un miedo innombrable cargado de recuerdos tristes. Cuantos más versos cantaban peor era.Apenas podía respirar y entonces llegó el final de la canción.
Uno es uno y solo uno.Y nunca más será así.
Sabía que estaba siendo idiota, que no había razón para llorar, pero no podía parar. Me senté con el velo cubriendo mi rostro y lloré como un niño que acababa deperder su primer amor. Las palabras resonaron en mi cabeza y, aunque las había escuchado cientos de veces antes, ahora sonaban desesperadas.
—¡Traed a la novio! —proclamó Nan Hubbard. Hubo otra ovación. Tras un momento aturdido, me levanté y me dirigí vacilante hacia donde ella se encontraba,justo delante de la hoguera con Tom-el-Solitario a su lado.
Me sonrió. La luz brilló sobre su cara arrugada y sentí un miedo repentino.
—Extiende la mano, chicp. —Alargué mi mano derecha y el peso de un anillo sólido y frío cayó sobre mi palma
—¿Sabes qué estás tomando con este anillo? Sabía qué debía decir: «Tomo la mano de nuestro señor bajo estos campos». Pero las palabras se atascaron en mi garganta. El anillo era una vieja reliquia, un regalo para el pueblo de un señor ya olvidado. Había visto cómo se lo ponían a cada novia todos los años, pero ahora por fin podía verlo: un pesado anillo dorado, con una rosa tallada en forma de sello.Olí el aire otoñal ahumado y no pude apartar la mirada. En algún lugar, un pájaro cantaba —y como si viniera de lejos, pude escuchar la dulce voz entre cortada de una niña recitando una canción:
«Aunque las montañas se derritan y los océanos se quemen,los obsequios del amor siempre vuelven».
Me quedé mirando el anillo; dorado, brillante y absolutamente real y lo recordé.Recordé casarme con una estatua mientras mi hermana lloraba a lágrima viva en casa. Recordé cómo había sido criada como un homenaje y un arma y recordé recibireste anillo. Con amor.Recordé a mi marido, al cual había amado y odiado y al que había traicionado.Un rugido sonó en mis oídos y pensé que iba a desmayarme.
«Les encanta burlarse», había dicho Theo, y lo habían hecho. «Dejar respuestas en los bordes,donde cualquiera puede verlas pero nadie lo hace».
Y lo habían hecho. Todo el mundo conocía la historia del Último Príncipe y todo el mundo conocía la historia de Tom-el-Solitario, pero nadie sabía qué significaban.La vieja Nan dijo:
—¿No tienes una promesa que hacer, chico?La gente decía que el Último Príncipe rondaba las ruinas del castillo. Que venía a ti si lo llamabas por su nombre. La gente decía que Brigit dejaba a Tom-el-Solitario salir durante una noche cada año. Para encontrarse con su novia.«Siempre son justos».Cogí el anillo y lo deslicé sobre mi dedo, entonces me quité el velo mientras decía las palabras que tendría que haber dicho antes, en un tiempo que ahora no existía.
—Donde tú vayas yo iré; donde tú mueras, allí moriré y allí seré enterrado. Y entonces eché a correr hacia el bosque.
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PRIS AVEC LA BÊTE
FanfictionDesde su nacimiento, Neville ha sido prometido al malvado gobernante de su reino, todo por un trato temerario de su padre, desde entonces han estado entrenándolo para matarlo, traicionado por su familia y obligado a obedecer, Neville clama contra su...