* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴄɪɴᴄᴏ· . ·

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝟑𝟎 𝐝𝐞 𝐚𝐛𝐫𝐢𝐥 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

Una vez había leído en un libro que los abrazos podían curar el dolor. Le pareció ridículo que un gesto tan simple como aquel pudiese recomponer lo que estaba roto; pero, allí, entre los brazos de Kai, aquellas palabras cobraban sentido. Sentía paz, calma, tranquilidad; y todos sus problemas dejaban de existir.

—¿Quieres hacer algo? —sus manos paseaban con suma delicadeza por su espalda, recorriendo cada rincón de esta—. A mi no me importa quedarme todo el día tumbado en el sofá, pero quizás no sea la mejor opción.

—¿Vemos una película? —su voz aún sonaba ronca y apagada, a causa de todas las lágrimas que había derramado a lo largo de aquella noche.

—Había pensado en otra cosa.

Leire elevó la mirada, encontrándose de lleno con aquellos ojos que la hacían olvidarse de todo. El plan le daba igual, lo único que deseaba era quedarse todo el día junto a él.

—Te escucho.

—Vamos a tu apartamento, te cambias de ropa, y después te cuento.

En ese momento, dejó de sentir el calor del cuerpo del alemán. Una parte de ella se sintió vacía; la misma que quiso pedirle que regresase al sofá y volviese a abrazarla. Pero la otra, tenía curiosidad por saber que había cruzado la mente del futbolista.

—¿Vamos a salir de casa?

—Cuando estás triste, creo que la peor opción de todas es quedarte encerrado entre cuatro paredes; al menos, yo lo veo así.

—Y, ¿quieres sacarme de paseo? —pregunta con gracia.

La única respuesta que obtuvo antes de que el chico desapareciese de su campo de visión fue una media sonrisa de diversión. Instantáneamente ella también sonrió; aunque pronto eliminó aquella expresión de su rostro tras capturar el móvil entre sus manos. Tenía una decena de mensajes de Daniela, y otros tantos de Adrián.

Suspiró rendida tras leer las palabras de sus amigos, y acto seguido volvió a apagar el teléfono. No sabía que responderles, y un "estoy bien" no era la solución, por lo que dejarlos en visto, por el momento, le pareció mejor opción.

—Estoy listo, ¿nos vamos? —Leire dirigió su mirada hacia el mayor en cuanto escuchó de nuevo su voz. Cinco minutos habían sido los que había tardado en sustituir el improvisado pijama que llevaba puesto por unos vaqueros y una sudadera.

No contestó, simplemente se limitó a asentir y a ponerse en pie. Y, tras aceptar la chaqueta que Kai le había ofrecido, ambos salieron de casa del futbolista.

—¿Qué le has dicho a Tuchel? —indagó, tras subirse en el asiento del copiloto del coche del alemán.

—Que, a pesar de que mañana tenemos partido, hoy había alguien que me necesitaba más que él —explica, poniendo en marcha el vehículo.

No pudo contenerse, y volvió a sonreír. Para él, aquella simple acción, quizás no tuviese gran relevancia; para ella lo era todo. Se jugaba el quedarse fuera de la convocatoria del partido, y sin embargo no había dudado al optar por elegir el quedarse aquel día con la española.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por todo Kai. Por absolutamente todo.

Sin apartar la mirada de la carretera, él también sonrió.

—Soy yo el que debería darte las gracias. Por aparecer en mi vida y ayudarme a superar mis miedos e inseguridades. Así que, gracias liebling.

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora