* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴏᴄʜᴏ· . ·

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝟐𝟗 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

A ver, define ese estoy aquí. Porque aquí también estoy yo, ¡y no te veo por ningún lado!

—Aquí. En la entrada. Junto a un grupo de alemanes con pinta de yonkis —especifica tras echar una visual a lo que la rodeaba—. ¡Ah! Y estos aficionados a los estupefacientes están discutiendo con un pelotón de ingleses que están cantando "Sweet Caroline".

Dime, por favor, que no estás en medio de tan variopintos personajes.

—¿La verdad? Me gustaría darte una negativa como respuesta, pero...

La voz de Leire pasó a ser sustituida por un conjunto de roncos gritos que trataban de entonar la letra de la melodía de Neil Diamond. La irlandesa, cuando captó dichos chillidos, alejó el móvil de ella; pero, en cuanto la voz de su amiga volvió a sonar, tornó el teléfono hacia su oído.

—Como habrás podido comprobar, la respuesta es sí. Sí que estoy en medio de ese grupo tan variopinto de...humanos. ¿Vienes o voy?

Muy a mi pesar, voy. Dame dos minutos —y, a continuación, un contínuo pitido que indicaba el fin de aquella llamada telefónica.

La española, mientras esperaba la llegada de su amiga, se dedicó a contemplar, con curiosidad y gracia, las personas que la rodeaban. Hasta que su atención recayó en una voz grave, ronca y afónica perteneciente a un alemán que portaba la bandera de su país pintada en la cara, y sujetaba un par de cervezas entre sus manos.

Sie haben einen guten geschmack.

—No sé que has dicho; pero tu madre por si acaso —a sus palabras la acompañaban una mueca de confusión que dejaba claro a aquel hombre que no había entendido nada de lo que le había dicho.

—Camiseta —pronuncia en un intento de inglés, a la par que señalaba la prenda de ropa—. Kai Havertz. Buen gusto.

—Toni Kroos —apuntó hacia la suya—. Eso sí que es buen gusto.

Lo siguiente que acompañó a la sonrisa de orgullo que adoptó el hombre, fue el ademán de entregarle a Leire una de las jarras de cerveza que sujetaba entre sus enormes manos. Un gesto que confundió a la chica, pero que, tras la insistencia del alemán, no tardó en aceptar.

—¿Ya estás celebrando la hipotética victoria antes del partido? —una vez más, su atención fue capturada por una voz que se dirigía hacia ella; solo que en aquella ocasión no se trataba de ningún aficionado que ya no era capaz ni de recordar su propio nombre, si no que era Kera la emisora de tal pregunta.

—¿Quieres? —extiende la jarra hacia su amiga, aunque rápidamente se retracta—. ¡Ah, no, no, no! A ver si se va a alterar Amelie.

La irlandesa sonrió con diversión ante la declaración de la joven; y, acto seguido, se acercó a ella para saludarla con un abrazo.

—¿Qué tal tu estancia en Alemania? —formula tras poner distancia entre ellas.

—Bien. Genial, más bien —contesta, dejando que la sonrisa que había adoptado hablase por ella sola—. Llegué acojonada, tenía miedo de no encajar y de no congeniar con la familia de Kai. Pero...

—Pero eso no pasó —finaliza.

—No. Me acogieron desde el primer instante. Y, a pesar de que no me conocían de nada, me trataron como si lo hiciesen de toda la vida —explica. En ese momento, comenzó a caminar a paso lento, junto a Kera, hacia el exterior del corro que se había formado a su alrededor—. Sus padres son increíbles, y sus hermanos también. Y me hicieron sentir como si estuviera en casa; en la casa y el hogar que deseaba tener.

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora