* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪsɪᴇᴛᴇ· . ·

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝟏𝟏 𝐝𝐞 𝐦𝐚𝐲𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

—Dani, ¿podemos hablar?

—Leire...son las seis de la mañana, ¿qué pasa?

La mano de la joven viajó hasta el interruptor de la lámpara que reposaba sobre la mesita de noche. La claridad envolvió la oscura habitación, obligando a Daniela a pestañear de forma reiterada hasta lograr adaptarse a la luz.

—Espero que vengas a decirme que el apartamento está en llamas o que hay un asesino en serie al otro lado de la puerta, si no juro que... —antes de poder finalizar la oración, tomó aire, intentando no perder por completo la calma—. Llevo toda la semana sin dormir y alimentándome de café por culpa de la Universidad. Así que dame un buen motivo para no mandarte a la mierda por despertarme antes de que hubiese sonado la alarma del móvil.

—Hay un buen motivo...creo —responde de forma despreocupada, ignorando por completo la mirada de cansancio de su mejor amiga.

—Vale. Te escuchó.

No necesitó que Dani dijese nada más para, de un salto, situarse al otro lado de la cama, obligando así a la muchacha a cederle un trozo de la manta que la cubría.

—Claro, porque no. Tengamos una charla nocturna a las seis de la mañana —formula por lo bajo—. ¿Y bien?

—Remontémonos al partido del Chelsea contra el West Ham. ¿Recuerdas lo que os conté en casa de Kera? Que creía que me gustaba Kai.

De golpe, la fatiga y las ganas de dormir de Daniela desaparecieron, al igual que las ganas que, hasta hacía dos segundos, tenía de mandar a su amiga a la mierda.

—Lo recuerdo. ¿Por qué?

—Porque llevo dándole vueltas varios días y he llegado a la conclusión de que no creo nada. Es más, sé que no me gusta Kai.

—Leire, ¿qué di...? —la mano de su mejor amiga tapó de forma inmediata la replica de la muchacha, obligándola así a callar y escuchar.

—Sé que no me gusta Kai, porque...gustar me gustaba Declan. Pero Kai... De él me he enamorado.

En ese momento quiso gritar, levantarse y comenzar a saltar sobre la cama, pero se contuvo. Porque la preocupación que reflejaban los rasgos de Leire no daban pie a que se pusiese a celebrar aquella inesperada confesión.

—¡No! Me conozco esa cara, y no. No empieces a comerte la cabeza pensando que haces algo mal al enamorarte de él, porque no.

—¿Y por qué me da la sensación de que sí? Quiero decir, me voy a complicar la vida al enamorarme de él.

—¿Tú crees?

—No lo sé.

Leire dejó caer su cuerpo contra el colchón, y en silencio contempló el techo de la habitación. Se había enamorado de alguien que no era capaz ni de quererse a sí mismo; alguien que no estaba preparado para volver a estar con nadie.

—Si vieses como te mira dejarías de comerte el coco.

—¿Y cómo se supone que me mira?

—De la misma forma que tú le miras a él. Como si fueras lo más excepcional del planeta.

Por más evidente que resultase aquello para los demás, a ella le costaba creerlo. Le era imposible asimilar la realidad.

—Esto es una mierda —declara con notable frustración.

—Enamorarse no es una mierda. A veces es arriesgado, y da miedo; pero merece la pena. Y, como tu mejor amiga, te aconsejo que te dejes llevar, al igual que yo lo hice con Kepa. Y si entre Kai y tú tiene que pasar algo, el tiempo lo dirá.

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora