* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ sɪᴇᴛᴇ· . ·

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𝐌𝐮𝐧𝐢𝐜𝐡, 𝟐𝟓 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏. 

—¡Odio las sorpresas!

—No es cierto. Te gustan las sorpresas, o al menos eso es lo que me dijiste hace una semana.

—Vale, ¡sí! Me gustan las sorpresas. Pero odio la incertidumbre de no saber qué está pasando.

—Si supieras qué está pasando, ¿qué gracia tendría la sorpresa?

Leire suspiró rendida. Durante veinte minutos, exactamente los mismos que llevaban en Múnich, había intentado sonsacarle a su cuñada cuál era la sorpresa de la que le había hablado esa misma mañana. Pero la respuesta siempre era la misma: deja de hacer preguntas y déjate llevar.

—¡Hemos llegado!

Los pasos de Leah frenaron de golpe, causando así que la española chocase contra ella.

—¿Un hotel?

—Un hotel —afirma.

La mueca que había adoptado la fisioterapeuta hablaba por sí sola; no comprendía el porqué Leah la había sacado arrastras de Aquisgrán para llevarla a un hotel de la capital de Baviera.

—El hotel es solo el punto de encuentro —especifica, intentando resolver la incertidumbre que invadía a la pequeña.

—¿El punto de encuentro para...?

—Para quedar con él.

La mirada de Leire siguió, de forma instantánea, la dirección hacia la que apuntaba la alemana. Y, en cuanto divisó el lugar que señalaba, sonrió. A paso lento, la sorpresa se acercaba a ella; y la felicidad de la española no hacía más que aumentar a cada paso que daba.

—¿No deberías estar en la ciudad deportiva entrenando?

—Löw me ha dado vía libre esta tarde —dada su explicación, recortó la poca distancia que lo separaba de la chica, y la besó—. Feliz cumpleaños, otra vez.

—Mi misión aquí ha acabado —interviene Leah, haciéndose notar—. Mañana por la mañana vendré a buscarte; ahora, disfruta de tu día, pequeña.

—Gracias por todo, Leah —en cuanto pronunció dichas palabras, se acercó a ella y la abrazó.

—Por nada —formula en un murmuro, antes de poner distancia entre ellas—. Ahora, si me lo permitís, me voy a disfrutar de Múnich lo que resta de día.

Y, tras un último adiós, la mayor de los hermanos Havertz comenzó a alejarse de la pareja.

—¿Pensabas que no iba a estar contigo el día de tu cumpleaños? —cuestiona el futbolista, tras recuperar el contacto visual con la española.

—Jugáis en cuatro días, estáis concentrados, tenéis que entrenar... —comienza a enumerar las razones por las que creía que aquel día no lo pasaría junto a él.

—¿Y perderme el verte soplar las velas? —formula con gracia, sonsacándole una risa a la chica.

—Creo que ya te lo has perdido. Tus padres y tu hermano han hecho el amago de hacerme una tarta, y me han obligado a soplar las velas esta mañana —recuerda con diversión. Un gesto demasiado simple pero que para ella lo era todo.

—Lo sé, mi hermana ha grabado el momento en el que pusieron ante ti esa...cosa.

—Es cierto que la pinta era espantosa. Pero, ¡eh! Sabía bien.

—Yo una tarta tan pintoresca como la de ellos no te he hecho, pero... —con su cabeza señala hacia el hotel, indicando así que era el momento de entrar—. Te he comprado velas y un par de donuts. Así que, ¿subimos?

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora