* ˚Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ ᴄɪɴᴄᴏ· . ·

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝟏𝟑 𝐝𝐞 𝐣𝐮𝐧𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝟐𝟎𝟐𝟏.

Arrepentimiento. Quizás dicho sustantivo fuese el más adecuado para describir lo que sentía la irlandesa en aquel instante. Hacía tres días, había visto como una brillante idea pedirles ayuda a sus padres; pero, tras ver el caos que su progenitor había ocasionado en su casa, estaba convencida de que se había equivocado.

—¿Ahora entiendes por qué nunca le dejaba tocar nada en casa?

—Es un manazas —declara, contemplando desde el umbral de la puerta los torpes movimientos de su padre.

—Un manitas —corrige el hombre tras escuchar la sentencia de su hija.

Erin, entre risas, apartó la mirada de su marido y la depositó en Kera. La preocupación inundaba cada rincón del rostro de la joven; y, de forma nerviosa, había comenzado a moverse de un lado a otro de la estancia.

—¿Y si dejamos la misión de montar la cuna para otro momento? Quiero decir, quedan aún cinco meses —sugiere la mujer, en un intento de cesar aquella situación.

—¿Me estás diciendo que me de por vencido? ¡Oh, no! De eso nada. Como me llamo Rowan Byrne que esta cuna queda montada antes de ir a ver el partido.

—Entre Mason y papá al final voy a perder por completo los nervios —sentencia Kera tras acercarse de nuevo a su madre—. Entre las pésimas decisiones del primero y el desastre del segundo...

—Hablando de Mason y de sus pésimas decisiones, te habrás negado, ¿no?

—¿Tú qué crees, papá? Me niego a que mi hija, en caso de ser niña, se llame como la pareja del pato Donald.

—A mí, la verdad, no me disgustaba —la confesión de Erin provocó que su cónyuge apartase alarmado la mirada del papel de instrucciones.

—Mujer, ¡no! No te unas también tú al bando de Mason.

—¿Pero por qué?

—¡Porque es un nombre horroroso, mamá! —dicta la chica, exasperada por tener que volver a discutir aquel tema—. Solo hace falta que me digas que también estás a favor de que se llame Benjamin o Declan.

—Son nombres bonitos —contesta con tranquilidad, causando así que su hija y Rowan se mirasen atónitos.

—Y ahora queda que añadas que también te parece bonito que tu yerno quiera pintar la habitación de la criatura de color naranja butano.

Erin vaciló, y al final se decantó por sonreír de forma inocente, dejando clara su postura. Kera por su parte suspiró rendida.

—Menos mal que, a parte del apoyo de papá, también cuento con el de los padres de Mason y el de su hermana. Porque si es por ti...

—¿Estás criticando mi gusto? —pregunta con falsa indignación.

—Evidentemente. Y ahora, ¿y si dejamos...esto para otro momento y vamos a dar una vuelta? —sugiere.

—Sabes que esto ha sido idea tuya, ¿no? —cuestiona su padre—. A mi me invitaste para pasar unos días contigo, no para armar lo que tú y Mason no habéis logrado montar.

—Maldita la hora en la que fui en busca de ayuda a ti, la verdad —declara, contemplando como la cuna estaba muy lejos de parecer eso, una cuna—. Ya pediré socorro en otro lugar y en otro momento. Ahora lo único que quiero es ir a comprar helado antes de ir a Wembley.

—Me recuerdas a tu madre —sin necesidad de que su hija le volviese a decir que los muebles del bebé podían esperar, arrugó las instrucciones y las lanzó hacia el otro lado de la habitación—. Me gasté todo el sueldo de esos nueve meses en comprarle helado para saciar sus antojos.

Dᴜsᴋ ᴛɪʟʟ ᴅᴀᴡɴ ||Kᴀɪ Hᴀᴠᴇʀᴛᴢ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora