Prefacio

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*Martha Soto.


Minutos después del trágico suceso.


Mi visión al inaugurar Un nuevo propósito (DEVAR) siempre fue crear un entorno sano, rehabilitar y auxiliar a los jóvenes.

Brindarles segundas oportunidades para conseguir transformaciones positivas.

Guiar de manera adecuada, procurando su integridad.

¿Y por qué alguien como yo posee estos objetivos? Tuve una adolescencia terrible, mis padres eran jefes de un cartel de narcotráfico.

Camuflajearon perfecto sus atroces negocios, yo estaba orgullosa de ellos. Ambos trabajaron duro para conseguir nuestra posición económica. Yo estaba orgullosa, anhelaba ser como mis papás. Deseaba convertirme en una exitosa mujer empresaria.

Los niños pequeños crecen, la inocencia termina o es arrebatada.

En mi caso, robada, hurtada. Cumplí 15 años, deje atrás la infancia. Era una adolescente y los enemigos lo notaron.

Venía de una excursión del colegio, el auto impactó con otro. Perdí mi razón.



Desperté en una habitación vacía, esposada de las muñecas, mis pies flotaban en el aire. Mi cuerpo desnudo.

Aparecieron 3 señores, sus rostros eran conocidos, los vi innumerables ocasiones. Socios de mi padre. ¡Eran sus socios!

Y descubrí el engaño, mis amados padres no eran gente decente, eran mentiras...

Recibí torturas, golpes, maltratos. Una semana después, la policía hizo acto de presencia.

Toda mi familia se mudó a Morcun, cambiamos los nombres y apellidos.

Asistí 2 años y medio a terapia... Mi trágica vida mejoró al conocer a Jonathan Soto en la universidad. Nos enamoramos, casamos, y cuando deseamos tener hijos. Descubrí mi infertilidad.

Esos desgraciados me sometieron a una cirugía que no recordaba, tenía ligadas las trompas de falopio y mis óvulos habían sido robados.

Intentamos todos los métodos posibles para reconstruir el daño. No hubo éxito.

Nunca podría tener hijos propios, entonces cuidaría y apoyaría a los jóvenes. Mi internado sería el más virtuoso de su rama, al transcurso de los años mi pensamiento no ha desistido. Lo de hoy, es un incidente grave, tiene solución, debo reforzar la calidad educativa. Todos tendrán sesiones de terapia, una vez por semana.


Veo a John caminando rápido hacia el vehículo, carga unas maletas.

Corre apresurado. Percibe mis ojos posados en él.

—¡Entra al auto! —ordena alzando la voz. Nunca habla así conmigo, jamás eleva el tono.

—Cariño —me aproximo a su lado —. Tranquilo, fue un accidente. Todo estará bien. Daremos nuestra declaración y acabaremos...

—No lo entiendes. Nos tenemos que largar.

—¿Qué? ¡No! De ninguna manera. Son mis niños, no voy a perderlos.

—No digas tonterías. No tienes hijos —abre la puerta del copiloto. Se para al extremo esperando mi entrada.

—No. Trabajé mucho en este internado. Lleva 6 años siendo un instituto de excelencia, por este problema no dejaré mi esfuerzo y a los niños desamparados.

—No son niños —bufa.

—Para mí sí. No iré a ningún lugar.

Miro a nuestro personal de seguridad, profesores y trabajadores desesperados imitando los actos de mi esposo. Están huyendo, ¿de quién huyen? ¿O de qué?

—Atención estudiantes. Por órdenes de los directivos John y Martha Soto, son libres de irse. Tienen media hora —oigo a una maestra mencionar por el micrófono.

—¡Dios mío! —jadeo atemorizada, cubro mi boca utilizando una mano. Observo decepcionada, enojada y dolida a John —. Maldito, ¿qué hiciste?

—Entra al auto y hablaremos.

—¡NO! —grito contundente. Nadie se mueve hasta saber la verdad, todos actúan extraño en especial él —. ¡Dime la verdad!

Cierra golpeando con bastante agresividad.

—No hubo accidentes, nadie mintió. Yo, hice todo.

Las voces desgarradoras de mis niños viajan en mi memoria: Tuvimos un accidente, quisimos escapar. —Escuche. Su esposo lo hizo, es un monstruo.

Nada era real, mientras me rebosaba de alegría y sentía alivio al ayudar a estas pobres criaturas... Fui parte de actos retorcidos dentro de mi institución.

¡Dios ten piedad de mi alma!

El otoño retorcido 1 🍁[✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora