No hagas ruido

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Miércoles 21 octubre.


Mi sueño es paralizado al sentir un cuerpo moviendo el mío. Lo hace suave intentando causar el menor impacto posible.

Abro los ojos, agarro el brazo frenando su huida.

—No te vayas —gimoteo adormilada.

—Son las 6 de la mañana. No pueden verme salir.

Jalo su cuerpo hacia mí.

—Vuelve a la cama. Tienes trucos para salir. Ven.

—Aria.

—¡Ven! —exijo con voz seria. Siento como vuelve a acostarse. Rodea mi cuerpo entre sus brazos.

—Dijiste que serías buena —recuerda besando mi cabello.

—¡Ssh!

Lo escucho reír entre dientes.

Si las paredes tuvieran mayor grosor y mis vecinas no fueran tan chismosas, me lanzaría a él.

Repaso el torso desnudo. Me concentro en la cicatriz de su cadera, es larga, termina hasta el inicio del glúteo. ¿Cómo llego a ese sitio? ¿Quién le hizo esto? ¿Fue su padre? ¡Jodido ruco!

Tal vez algún día, descubra los misterios ocultos en cada marca.

—El rey Darek, excelente en satisfacer.

Suelta una risa.

—La reina Aria sexy cuerpo y boca traviesa.

Mis carcajadas se detienen.

—Saliendo les compraremos a tus hermanos unos tapones de oído.

O nunca volverán a tener paz, ni de día o noche. Les advertimos desde ahora.

—Prepárate porque no me despegaré de ti —advierte usando seriedad.

Y yo tampoco.

Sonrío cerrando los ojos.





Salto asustada al escuchar unos insistentes toquidos. ¡Shit! ¿Cuál es la necesidad de levantarme así?

Apresurada me pongo mi bata de dormir, cubro bien la desnudez. Oigo unas llaves sonar.

—¡QUE! —gruño fastidiada.

La puerta se abre de pronto. El guardia entra quedándose al pie de mi cama. Observa el interior, detalla los rincones sin parpadear.

—Sus maestros están buscándola —da otra inspección al lugar —. Faltó a sus primeras clases.

Miro el reloj 10:05 am.

—¡Ayer me desvele haciendo tarea! —chillo mostrando una actuación magistral —. Terminando las clases iré a mis horas de castigo —aseguro arrepentida. Él estudia mi rostro, se convence al verme tan afectada.

—Todo en orden, me retiro —dice terminando su escáner.

Ruedo los ojos. Espero su salida para poner el seguro.

—¿Qué derecho tiene de abrir mi habitación? —bufo avanzando al closet —. Estaba desnuda, de no haber despertado me habría visto. ¡Son unos estúpidos! —quito la bata. Me agacho a buscar mi ropa de hoy.

Tengo un poco de calor, ¿por qué será? Darek permanece marcado en mí. Seguro no podré concentrarme todo el día, voy a pensar en él.

Dos manos aferran fuerte mi cadera. Su fuego recorre las partes más recónditas de mi interior.

El otoño retorcido 1 🍁[✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora