Una reina

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Martes 20 octubre.


En relación a los hechos de ayer, decidimos tener mayor precaución al vernos.

Si jugaré mi papel de buena chica/ chivo expiatorio, mi esfuerzo debe multiplicarse, no pienso fallar. Me incluyeron en el plan, fue una gran muestra de confianza.



Voy caminando a través de los puntos ciegos hacia el bosque.

Nuestro plan anterior no sé logró. Hoy es el día. Podemos disfrutar de nuestra compañía sin temores u ocultarnos. Solo Darek y yo.

Avanzo rumbo a ese lugar, uno especial y lleno de recuerdos. La primera vez que estuve a centímetros de su rostro. Recuerdo mis ansias locas al querer besar sus labios.

Un potente aire otoñal trae el olor de su colonia y shampoo de coco.

Está acostado admirando el cielo tiene una mano atrás de su nuca. Observo el resto de la escena, tumbado sobre una manta de lana gris, a su lado hay un puñado de cerezas en una charola de plástico. Hay dos cojines esponjosos de color rojo.

Un impulso desconocido en mi cerebro me obliga a repasar los mínimos detalles del imagen, deseando almacenar celosamente cada postal donde aparezca Darek. La cabellera rubia es meneada suave con el viento, su pecho sube y baja relajado. El olor suyo y del entorno es impactante, quisiera tener un frasco para guardar tan exquisita delicia.

—Hola.

—Hola. Ven conmigo —mueve el brazo haciendo un espacio a lado suyo.

Dejo mi chamarra en el suelo.

Recuesto la anatomía en ese sitio. Agarro unas cerezas, las meto a mi boca. Le doy una a él. Contemplo esa capa gris en el ambiente, un otoño eterno de cielos opacos, formando una gran cobija melancólica para los habitantes en Morcun.

—Ayer tu hermano me contó puntos cruciales de su historia —informo rompiendo el silencio.

—Sí, escuché.

—Tuvieron unos terribles padres. ¡Shit! Teresa parece un tierno gatito a lado —el Sr. Kant es mi enemigo número 1 desde ahora, tengo unas ganas inmensas de hacerlo sufrir.

Lo oigo reír.

—Aprendí, no hay motivo de queja. Mi hermano cumplió con 3 roles simultáneamente, padre, madre y hermano.

Ladeo mi torso. Me acomodo de tal forma que admiro mejor su rostro.

—Te diré algo —enfoca sus ojos en los míos —. Al escapar, los siete iremos a la casa del jodido ruco y quemaremos todo. Será lo primero en nuestra lista. ¿Esta bien?

Se endereza dejando el peso recargado en sus brazos.

—¿Harías esa locura por mi?

—Sin pensar —aseguro —. Como seres humanos tenemos demasiados errores... Sus actos fueron maldad pura. ¿Cómo pueden dormir de noche?

Usando el dedo índice acaricia mi frente.

—Es nuestro pacto. Quemaremos su casa.

—Sí —este Darek melancólico observa un árbol, como si buscara consuelo con fervor. Quiere hablar —. Dime.

Ya no le sorprenden mis habilidades de casi leer mentes como Hal, con simpleza suelta un pesado suspiro.

—Nunca le mencioné a Azael lo que el Sr. Kant hizo conmigo, no hasta mi ingreso al internado —aparta su vista de la mía —... Yo conservaría un perfil bajo, no causaría conflictos, así le aseguré a mi hermano antes de su despedida. Un día, dijo la perversa propuesta, me pidió ser el nuevo títere. No acepte. Esa noche mientras descansaba, golpeó mi cuerpo utilizando un palo de golf, me fracturó la pierna derecha. Soportamos el abuso psicológico y físico. Su casa era una fortaleza, cámaras en todos los perímetros, guardias vigilando, parecido aquí. Estuve encerrado en mi habitación durante semanas recuperándome de mis heridas.

El otoño retorcido 1 🍁[✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora