Capítulo 19:

80 7 0
                                    

#Audrey

Entro en casa fatigada. Salir a correr me relaja, pero me duele todo y estoy sudando como nunca he sudado, aunque he conseguido mi objetivo: desfogarme, relajarme y sacarme al acosador de Aiden de mi cabeza o al menos lo había conseguido. Es como si me persiguiera, como si se hubiera enganchado en mi piel igual que sus labios. Jodidos labios de mierda. ¿Puedo dejar de pensar en él y en el increíble beso? Gracias.

—Hola —saludo cuando entro en la cocina y me encuentro con Nathan, Jason y Bella.

—Buenos días —me responde Jason quien está detrás la isla colocando dos rebanadas de pan en la tostadora.

—Sí que has vuelto tarde, creía que tardarías menos —comenta Nathan cuando me ve.

—Yo también, pero se ve que tenía energía para un rato más.

Me fijo en que Bella ni siquiera me mira.

Sí, seguimos enfadadas después de dos semanas.

Así que después de Pacific Park, tomé una decisión. Soy consciente que soy la hermana mayor, pero no le pienso ir detrás. Ya me arrastré una semana, ahora es cosa de ella desenfadarse.

—¿Los otros siguen durmiendo? —pregunto mirando la hora que es en la pantalla de la nevera. ¿Por qué todas las neveras tienen pantallas?

—Cassandra se ha marchado hace un momento a una reunión de última hora para acabar de preparar la fiesta, pero el resto supongo que sí, al menos aquí no han bajado —me contesta Nathan poniendo los ojos en blanco—. No sé cómo pueden dormir tanto.

—Alice estaba cansada del viaje —la justifica Jason. El pasado domingo se fueron a San Francisco y ayer por la noche volvieron expresamente para celebrar el 4 de julio—. Tus otros tres hijos ya sabes cómo son —añade y en el rostro de Nathan se puede ver la ilusión que le ha hecho que hable de ellos como si fueran sus propios hijos.

—Yo ya estoy, me voy a cambiar de ropa, he quedado con Dylan —dice Bella levantándose de la mesa. Deja el plato y la taza dentro del lavavajillas y desaparece de la cocina.

—¿Cómo fue la visita con tu madre? —me pregunta Nathan.

—Muy bien, cada día está mejor, el tratamiento le va muy bien. La acompañé a pasear y después la ayudé en una de sus clases de pintura.

—Que bien, me alegro mucho. ¿Sigue pintando como antes? Recuerdo que pintaba muy bien.

—Dejó de pintar hace muchos años, yo tenía ocho años cuando decidió que ya no quería seguir pintando, pero sí, sigue pintando bien.

—Seguro que habrás heredado su talento con la pintura, Bella siempre ha dicho que pintas muy bien —dice con una sonrisa.

No me gusta hablar de la pintura, pero no le quiero hacer un feo.

—Seguramente nunca llegaré a pintar como ella, sus cuadros eran magníficos.

—¿Qué pintas? —me pregunta Jason sentándose con nosotros.

—Pintaba con óleo. Últimamente, lo he dejado bastante de lado.

—¿Por qué no pruebas de retomarlo? Puedo pedir que te traigan todo lo que necesites —se ofrece Nathan.

—No hace falta, de verdad. Sería un coste innecesario. Hace mucho tiempo que no pinto.

—No es problema, Audrey —insiste.

—Si algún día me apetece pintar, te lo diré, pero por ahora no compres nada, por favor —le pido casi suplicándole.

—De acuerdo, pero que sepas que me encantaría ver alguna de tus obras.

Todo lo que quisimos ser [Tocando las estrellas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora