Capítulo 47:

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#Audrey

—¿Dónde vamos? —me pregunta Aiden cuando llegamos a una esquina llena de gente haciendo cola. Lo sonrío y lo arrastro detrás de mí mientras cruzamos toda la fila de gente detrás una oleada de gritos y voces quejándose.

—¿No te suena?

Aiden alza la mirada y mira el cartel de la discoteca. Cuando me vuelve a mirar, sonríe.

—Prefiero la otra entrada, en esta no puedo espiar a cierta camarera.

—Seguramente habrá otras.

—Ya, pero ninguna será la camarera que quiero.

—Si te llevas bien, quizás te preparo una copa.

—Lo estoy deseando —responde pasándome un brazo por la cintura.

Aprieto los labios reprimiendo una sonrisa y me acerco a los guardias de seguridad, enseguida que me ven me saludan con un pequeño abrazo y me dejan entrar ante toda la fila de gente.

—Él viene conmigo —les digo cogiéndole la mano a Aiden. Los dos hombres asienten y sonríen.

—¿Quieres que avisemos a Luca de que estás aquí? Creo que ha salido a hacer un encargo —me pregunta el más veterano de la discoteca.

—Avisadlo en el supuesto caso de que vuelva, no quiero molestarlo. Todavía me quedan unas semanas para volver —respondo. A mi lado noto como Aiden se tensa un poco. En tres semanas se acaba el verano.

Ignoro la sensación amarga que tengo en la boca y entramos en la discoteca, pero en vez de adentrarnos en la sala, arrastro a Aiden hacia una puerta apartada con el paso prohibido a excepción del personal.

—Creo que es la primera vez que me cuelo en los vestuarios femeninos de una discoteca —comenta Aiden observando a su alrededor.

—Memorízalo bien porque quizás es la última —contraataco dirigiéndome a mi taquilla.

—¿Y qué hacemos aquí? —pregunta sentándose en una de las butacas con plumas y estirando los pies sobre uno de los tocadores. Me giro hacia él y empiezo a sacarme la ropa. Enseguida baja los pies y se inclina adelante con los ojos muy abiertos—. Creo que prefiero no preguntar —añade levantándose y viniendo hacia mí, pero cuando coloca las manos en mi cintura, lo empujo atrás haciéndolo caer de nuevo en la butaca.

—La discoteca tiene una etiqueta y no tengo ganas de ser el centro de atención por no ir adecuadamente.

Me subo los pantalones de cuero y me paso por la cabeza el corsé negro encaje. Una vez me pongo los talones, me dirijo a otra taquilla y saco una camisa negra para Aiden. No protesta, se cambia inmediatamente.

—Seguirás siendo el centro de atención de todas las personas que tengan dos dedos de frente. Por favor, ponte estos pantalones todos los días.

—¿Estás preparado? —pregunto un poco nerviosa. Aiden sonríe y me hace una pequeña reverencia.

—Siempre detrás de ti —responde levantando la mirada y entonces dirigiéndola directamente a los pantalones que visto. Pongo los ojos en blanco.

—Yo de ti no me separaría mucho si no quieres perderte o... quieras perderme —contraataco. Veo la barbilla de Aiden tocar el suelo y yo sonrío satisfecha antes de abrir la puerta y volver por el pasillo por dónde hemos venido hasta llegar de nuevo a la entrada.

Enseguida que las luces y la música nos inundan, Aiden se engancha a mi espalda como si fuera parte de mi vestimenta. Mientras él abre los ojos sorprendido, una parte de mi cuerpo se alivia al volver a ver lo que he visto durante cada noche de estos dos últimos años. Un océano de gente borracha, bailando y deseosa de sexo. Trabajadores yendo arriba y abajo llevando bebidas. Las barras llenas de clientes. Cada cierto tiempo hay un espectáculo erótico sobre el escenario. Es una discoteca caracterizada por ser de mala influencia para los altos cargos que vienen. No obstante, es una buena discoteca. El personal es agradable y Luca es genial con sus trabajadores.

Todo lo que quisimos ser [Tocando las estrellas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora