Alicia🌸 |Destino #1✔ +18 | En corrección|

¡Adios,Eithan!

Dedicado a todxs los que se toman el tiempo de leer esta historia.
Los quiero.

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Después de un rato en el cual me he mantenido luchando para escapar de la mordaza, mi cuerpo se siente con una gran debilidad.

Empiezo a parpadear varias veces para lograr tener más nitidez,  y así, visualizo de manera detallada el entorno de donde me encuentro.  Unas telas negras cubren  unas ventanas, ocasionando la poca iluminación, pero al colisionar la brisa con la tela se deja colar un poco de claridad y se aprecia que vislumbra muy a lo lejos algunas luces en cambio, el sonido es nulo.

Por otra parte, por lo poco que logro apreciar,  la habitación esta casi vacía, ya que si no fuera por el colchón donde estoy acostada;  estaría totalmente vacía. Lentamente comienzo a mover mi cuerpo con mucho esfuerzo, hasta que logro sentarme y forcejeo nuevamente mis muñecas un poco, pero no puedo moverlas lo suficiente por estar atadas, al igual que mis piernas y ni siquiera tenía la posibilidad de poder gritar por la mordaza.

Pero la puerta se abre, pero no deja pasar ni un rastro de luz, eso significa que quizás, aún es de noche.

Inicio nuevamente a forcejear sin importar la debilidad que siento y el ardor ocasionado por la fricción en mis muñecas. Empiezo también a mover mis piernas, mientras chillo inaudible al observar a mi opresor, entrar a la habitación con una silla en su mano derecha y una jarra junto a un vaso en la otra. Le da una patada a la puerta, cerrándose detrás de él.

Prosiguió  acomodando todo al frente de mí,  posteriormente encamina a un rincón y enciende una lámpara, así iluminando un poco.
—Alicia, puedo quitar tu mordaza. Pero no intentes gritar, ya que nadie te escuchara —informa arreglando la silla de tal manera que el espaldar quedará frente a mi cara.

¡Imbécil de mierda!

—Pero estoy preparado. —Saca de la parte trasera de su mono una jeringa con un líquido adentró  y luego, se acerca.
Quitando la mordaza delicadamente al mismo tiempo que toma asiento para quedar de piernas abiertas y tener la comodidad de posar sus brazos encima del espaldar.

—¡Asqueroso! ¡Asesino de mierda! —espeto trémula.

Suelta un bufido, mojando sus labios.
—Esa boquita, provoca besarla. —Toca mis labios con la yema de sus dedos.

Lo muerdo, fuertemente, pero este solo se echa a reír.

—!Eres un desgraciado! —digo, soltando su dedo y escupiendo su cara débilmente.

Limpia su rostro, divertido.
—Me encanta cuando te ponéis así, brava. —Mete el dedo que mordí en su boca , —y sabéis tan bien a como te miráis, amada mía.

¡Debemos salir de aquí!

Bravo, no se había ocurrido esa jodida idea.

—Te preguntarás ¿quién soy? —Me mira fijamente sin quitar su máscara, dejando ver labios y ojos.

—¡Ayu —callo al sentir, algo frío colisionar con mi cuello.