Corta tus muñecas, precioso conejito

213 17 0
                                    

Jueves 4 de Octubre, 2012.

Para Sarai, espero que aún conserves mi conejo.

________________________________________


Un corazón que no bombea sangre, si no que flota en ella.


-Te he de admitir una cosa, desde aquella noche en la que leí la historia del amigo de Casey, por las noches lo imagino allí... observándome desde donde yo no puedo verlo.- Sara me miro raro, yo sonreí.

Cuando vio que empezaba a reír, ella me siguió; Seguimos platicando de cosas que no recuerdo, o que no valen la pena mencionar.

Ella tarareaba una canción mientras dibujaba obras de Leonardo Da Vinci en su tarea de Arte. Yo sonreía mientras mis pensamientos vagaban en otro lugar, no muy lejano, no muy cercano.

Miré la hora: 6:16.

Hace una media hora le había hablado de muchas de mis promesas al escribir, de cosas tan personales que embriagaban la mente, de las cuales ella nunca se daría cuenta.

Me conformaba con que me escuchara, esa era sin duda, la mejor parte.

Comencé a hablarle sobre mis tétricas novelas, sobre esas canciones suicidas, sobre esas palabras de tortura intima; Con cierta despreocupación la acompañé dibujando.

Había hablado demasiado, pero esta idea había bailado en mi cabeza por muchas horas. Lo había decidido con mucho esfuerzo, con muchas pena; Pero al final recibí a esa idea con una sonrisa en el rostro, conformándome con no contarle sobre esas pesadillas que no sólo ocurrían al dormir.


He leído no hace mucho, buscando en mis ratos suicidas, algunas páginas que me daban cierto temor y cierta curiosidad: En google, en una página cualquiera, al darle click me dieron la solución a mis problemas.

No era lo que buscaba, pero sin duda ayudaría.

Además, no haría daño si antes yo le advertía.


"Leyendas: renunciar a tu sueño, para dárselo a otro"

No se refiere a renunciar a una esperanza de vida para que otro la cumpla. No, esto va más allá, a lo literal... ligado a lo sobrenatural; Pero hay una pequeña diferencia, yo no tengo un sueño. Yo tengo una pesadilla.

La necesidad de abrir mis muñecas se aleja en cuanto comienzo a dibujarlo.

Sí, es exacto a lo que yo veo.

Unos pequeños ojos delineados hasta que parezcan inmensos y puedas navegar en un río de emociones cuando estás en ellos. Parece que la sangre de ese rió, se ha escurrido un poco...

Es un viejo conejo, como el que yo tenía de niña. Tiene enmendaduras y una oreja más sucia que la otra, un corazón cocido a su pecho oprime el silencio en que nos hemos quedado, ambas, dibujando cada quien su prioridad.

¿Te has cortado alguna vez las muñecas?

Exacto, con ese filo y esa gracia dibujé dos columnas de colmillos dentro de una gran sonrisa. ¿Estás feliz, no?

Unas patitas tiernas con unas líneas remplazando unas garras.

Con unas manchas remplazando la sangre.

Con unos ojos desorbitados para que no te miren directo, y puedas disfrutar de ellos.

No importa hacia donde muevas el dibujo, ellos no te voltearán a ver

Sombreo por aquí, sombreo por allá. Algunas pinceladas más gruesas, y mi grafito se está acabando.

Al finalizar le he escrito un "Dulces sueños" como buenos deseos, aunque ella lo ha tomado a gracia.

Tomo unas tijeras -Si, justo como las que hicieron esto en mis muñecas- y rasgo el dibujo con ellas. Sonrío al ver que, sin darme cuenta, le he cortado justo en donde pasan las dos líneas de su hermosa sonrisa.


-Deberías colgarlo en tu pared -embozo una sonrisa al notar tan distinguidas facciones que me sé de memoria.

Ella se ríe.

-¿Y que no pueda dormir por un año? No, gracias. -me devuelve la sonrisa. Esto alimenta que la mía crezca.

-Guárdalo, guárdalo en el último cajón, bajo tantas cosas puedas, y olvídate de él.

-Dios, Mar, parece como si lo dijeras en serio, como si hablaras de verdad.

Vuelven a sonar sus risas, y yo sólo sonrió aun apreciando lo bien que me ha quedado.

Y no sólo me he referido al dibujo.

-Sólo guárdalo, no lo tires, lo he hecho con mucho amor.

Amor y tantas ganas de romperlo en mil pedazos.

-Está bien. -Parece que se lo ha tomado a broma.

-No grites, y que no digas que yo no te lo advertí. -Le guiño un ojo y me despido de ella, para luego alejarme.



Unos ojos rojos que observan con recelo la habitación. 

Una respiración entre cortada, a él le falta y está buscando algo.

Sus ojos ya no escurren en sangre, le hace falta ese precioso líquido para que vuelva a suceder.

Le hago falta yo, para que como cada noche, clave sus dientes en mi cuello y yo sólo apriete la mandíbula para no gritar, y que él no me mate.

Está sediento por verme.

Pero yo ya no estoy ahí.

En cambio, ve la dulce silueta de ella dejando escapar leves sonidos al respirar; la sonrisa de él no se ha borrado de su cara, pero sus ojos se abren más y más, con deseo.

Deseo que provocará en ti, cuando acabe, tomar un cuchillo y cortar tus muñecas.

Desearás que todo se acabe, pero una vez él te prueba, no volverá a ser lo mismo.

Avanzó hacia ella, temblando, con los ojos desorbitados y esa boca que se abre más y más...

Y las buenas noches no se hicieron esperar.

Historias de mis pesadillas y sus asesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora