Carmín

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Viernes 7 de diciembre, 2018.

Para la parte de mi que más que una orquídea, es un jazmín. 

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En los jardines de mi mente se cortó una de las flores. Nadie dijo nada, no hubo ningún ruido. Las flores no hablan. Ni lloran. Ni gritan para que las tomes o no lo hagas. Pero, la verdad, yo la escuché. La escuché agonizando, buscando a por algo, y es que cuando se la llevaron el jazmín dejó teñido de carmín el suelo.

Agonizante, agonizante.

Y mis orquídeas y mis rosas voltearon, y sus miradas habrían carecido de expresión si tuvieran rostro. 

En mi jardín se plantaron más ideas, nuevos aspectos delicados y macabros, y flores llenas de espinas y pétalos ásperos. Y el camino rojo siguió manchando el suelo, y abonó las raíces y el crecimiento de mis flores. Y mis flores, tan brillantes, bellas y medias marchitas, miraron al frente.

Ese jazmín se había ido, pero sus raíces seguían engullidas bajo tierra, succionando el agua de mis pozos y el abono de mis sentimientos. 

Había sido una muerte limpia, la de ese jazmín. Había dolido, pero luego no hubo nada. O no mucho. Y de su partida nadie extrañó nada. Y nadie se preguntó su paradero o siquiera sobre su futuro. A nadie le importó.

El rojo ahora alimentaría el fértil suelo de mi jardín, y nadie lo notaría.

Pero la verdad es que hay muchos más jazmines. 

Historias de mis pesadillas y sus asesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora