Canción para una amante que quiso volar

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Miércoles 10 de Junio, 2015.

Para la parte de mi que aún gusta de la bizarra manera más bizarra de verme romper mis piezas deshiladas.

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Ella dijo que volvería, y yo la esperé por lo que dura una vida, sentado frente a la ventana donde las hojas del árbol se las lleva el viento, recordando un 7 de Abril y una serenata cantada al pie de ese árbol, bajo esa ventana.

Y yo la esperé por lo que duró mi vida, contando colibríes y cantándole a las rosas, recordando aquella tarde de Febrero en el que me dijo que quería volar.

La música de la radio suena con esa bendita canción que lleva 40 años reproduciéndose en mi cabeza -Sirena, enamoraste a la luna, sirena-, el agua de la tetera se ha terminado por evaporar, y los vestigios de sus vestidos los han re-tejido las arañas.

Y yo la esperé, la esperé durante 25 años porque ella se fue y prometió que volvería, que nos volveríamos a ver y que seguiríamos bailando, sirena, eso dijo ella.

Pero pasaron las horas, el día se hizo noche, la primavera volvió a ser invierno y ella nunca volvió. 

Y yo la esperé sentado en la ventana, columpiando mis piernas desde su marco y saludando a la noche de invierno a mis tantos años, mirando a la luna, sirena, preguntándole ¿A dónde fue ella? ¿Por qué no volvió? Por que ella murió pero prometió que volvería, y nunca lo hizo. 

En la radio anunciaron un eclipse de luna esta tarde, y yo esperé a que las horas pasaran y con ellas llegara la noche, y la luna no estuviera ahí.

Es por eso que entendí, mientras estaba sentado en la ventana frente a ese árbol, que quizá no hay regreso de la muerte mucho más de lo que hay en cualquier otra cosa, tan sólo una transición que va tan en cámara lenta que nunca le vez, que nunca sabrás que está ocurriendo pero que está ahí, como una canción que tarareas durante 40 años, o como el vapor que finges que sigue siendo agua. Es por eso que esa noche entendí, cuando la luna se fue a dormir, que ella no volvería, pero que yo quería ir con ella.

Historias de mis pesadillas y sus asesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora