Nos comenzamos a despedir

95 6 0
                                    


29 de Junio, 2016.

¿A dónde nos llevarán los sueños está vez?

--------------------------------

Definitivamente no es mi mejor semana, no sé si esas realmente existen. Sólo estoy un poco más cansada de lo normal, un poco adolorida y mi mente más pálida que oscura.

Desde hace meses me he comenzado a sentir así, pero esperaba a que se fuera el sentimiento de humo con el tiempo, como agua llevándose la tensión entre las fibras de tus músculos. Pero no lo hizo.

Ahora las teorías se vuelven casi tangibles y este pálido se hace cada vez más blanco, y no sé si pueda borrarla como hice con el resto, y de ser así, ¿Me borraría un poco a mí también? No es la primera vez que pasa, no, no lo es. Ella es sólo otra mascara, quizá más bien es una marioneta. Justo ahora está colgada junto al resto. Junto a la pelirroja, junto a la pesadilla negra, junto a la mente revuelta. Y yo estoy ahí, de pie frente a mi armario, de frente a la alacena.

Y ahí está la historia de esa niña a la que le escurren flores por la boca, y la de ese muchacho que se arrancó los ojos para dejar de sentir, y la de esa persona que entreteje tus sueños para proteger la única tarea que le han asignado.

Ellas están ahí, y yo estoy aquí. Quizá estemos lejos, o quizá estemos juntas. No creo que al borrarla a ella vaya a borrarme a mi misma, puesto que el resto sigue aquí conmigo, y forman parte de ella.

Siempre ocurre, no sé qué es lo que esperaba esta vez. Siempre ha de llegar el momento en el que sienta el suelo, en el que mi mente se tiña del suficiente negro como para que todo parezca borroso, pierda sentido. Se vuelva pálido.

Y ahí al fondo de esta caja de madera, veo a la otra: Sonríe aunque tenga los labios y los ojos cosidos en taches. Es quién representa a la oscuridad y la que está ahí para recordarme qué tan bajo se puede caer, qué tan rojo el negro puede ser.

Y aquí estoy yo, y aquí está también ella. 

Ella es Orquídeas, el ave calabaza. Ella está cansada, y yo sostengo su mano mientras nuestros dedos luchan por seguir entrelazados.

Pero no podemos mantenernos juntas por mucho tiempo, puesto que el último trozo de hilo lo utilicé para coserle los ojos y los labios a La época negra. Y lo poco que nos une a ella y a mi, es lo poco que me sigue uniendo a la otra.

Y se troza, y se sigue trozando. Pero nunca se rompe.

Y esa es la mejor parte de mis marionetas.

Historias de mis pesadillas y sus asesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora