Fantasma de las navidades

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Yo, yo y mí misma.

Marzo 27, 2013

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Un par de calcetines rojos se han colgado de la chimenea de mamá, y debería aclararles que ese titulo lo tiene bien ganado.
Los bocadillos de las noches navideñas se toman cerca del fuego; a decir verdad, los malvaviscos recién asados y derretidos saben mejor cuando te queman la boca.
Quien no se ha detenido a oler el pan de pascua o el chocolate recién hervido, no creo que halla disfrutado realmente de las navidades, bueno, eso al menos que sea un crió que aún no entiende de que se trata todo el rollo.
Mi punto es que por décima vez he visto como desde esos clavos mugrientos clavados a la pared se cuelgan un par de botas rojas con hilos bordados en color dorado.

 A pocos metros está la tía Estulia con aquel delantal fatal y la sonrisa más parecida a la de una mueca que he visto en mi vida, pero vale, es navidad, debo esforzarme para sonreír mientras aprieta mis mejillas con sus uñas arregladas hasta provocarme calor en el lugar pellizcado.

Y hablando de pellizcos, me froto la mejilla mientras veo a mi hermano hurgar con su dedo la crema batida sobre el pastel y llevárselo a la boca.
A los 10 años no sé mucho, pero estoy seguro de saber que extraño con locura cuando tenía 7, como mi hermano.
Papá me toma por el brazo y me guía hasta la mesa donde ya hay cubiertos y un estofado de cordero olorosamente agradable en el centro de mesa, y algunas uvas dispuestas en la canasta rellena de panes y un vino que no tengo ni idea de como pudo ir a parar allí.

Bueno, volvamos a mi punto, quiero decir... ¿Te haz preguntado en verdad qué tan rápido pasa un segundo? Porque wow, chico, ¡es asombroso!

Ni siquiera el tic tac te deja ver la realidad de las cosas, quiero decir, justo ahora a pasado un segundo, y otro, y otro mientras mirabas aquella coma, créelo, ¡Es fantástico! pero al mismo tiempo me estremezco.

Segundos-minutos-horas-años-vida.

¿Entiendes? en cualquier minuto voy a abrir los ojos para navidad y las botas no estarán dispuestas con regalos dentro, o el aroma del chocolate no se distinguirá tan delicioso como ahora, probablemente su sabor se cambie por el de un café amargo, y ese mismo día la chimenea de mamá no será más que un churamusco olvidado y rellenado con hojas y tiempo.

¿Te haz puesto a pensar en eso?

Y algun día quiza despierte en mi cama y en mi cuarto, pero al salir a la cocina me de cuenta de que vivo con una familia que no reconozco, y mis manos estarán arrugadas y las personas me mirarán con desdén.

Me da miedo.

O que un día iré vestido de negro al funeral de tía Estulia, y se que voy a extrañar sus adornadas uñas que me provocan tanto dolor.

Amo ese dolor tan característico de vivir, y odiaría dejar de sentirlo.

Agradezco ese dolor, no sé que pasaría si con cada tic tac del reloj no se me partiera el corazón, quizá enloquecería y perdería todo el sentido que tiene para mi las navidades.

Historias de mis pesadillas y sus asesinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora