Epílogo

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Epílogo

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Habían pasado varios meses, ya al punto de otro año, todo había sido un caos con los civiles que habían rescatado, lastimosamente con informes más detallados de Dum, habían perdido a cuatro en el camino. Entre ellos un hombre de mayor edad. Preguntaron si alguno lo conocía.

Lastimosamente nadie sabía, solo dijeron que "Ria", lo hacía trabajar apartado de los demás para algo que solo era para ella. Pero no supieron que era exactamente.

Ellos regresaron con sus familias, le enviaron a agentes federales a las otras que perdieron ese ser querido.

Peggy revisaba esos viejos informes que le trajo su ahora, nueva asistente, Janet Van Dyne. Crear una agencia desde cero no era sencillo. Suspiró algo cansada. En eso escuchó toques a la puerta, entró Angie con un plato de comida para su novia.

—Hola cariño, te traje tu almuerzo.

—Muchas gracias, pero sabes que pude ir-

Angie la observó con una mirada de advertencia, disfrazada con una sonrisa. Peggy guardo silencio.

—Y... ¿Cómo van?

Peggy trago el pedazo de costilla que se comió, ay, su novia hacía deliciosos aperitivos.

—Vamos bien... supongo, solo que es algo pesado el trabajo.

—Bueno, eres la mujer a cargo... pero se que debe ser un gran peso para ti, apenas intento ayudarte, pero no soy buena con estas cosas.

Peggy le mostró una mirada suave—Hey, no te preocupes. Tu compañía es suficiente para mi, te lo digo enserió.

Angie le sonrió agradecida a su pareja por sus palabras y luego suspiró—Y... ¿y el otro fundador?

La británica supo de inmediato a que se refería, bajo su mirada a su comida—Está haciendo lo mejor que puede... me ha dicho que no puede abandonar así por así a María. Su prioridad, es su familia.

—Pero... y si... ¿y si regresa? No se si sea bueno ver todo lo que-

—Quiere mantener una máscara... yo tampoco sabría que hacer, si tienes a tu lado, una familia por la cual velar... pero, se que no ha perdido la esperanza de volver a ver a Edwin.

Angie guardó en silencio y dejó que su compañera terminará sus alimentos.






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Había pasado casi un año, si las cuentas no le fallaban.

Tomó su café para mantenerse despierto, miró en su escritorio esa foto que él la había tomado hace tiempo, aquella donde tenía a su primogénito en brazos, sentado en la terraza, ante el atardecer. Suspiró cansado, se levantó de su mesa y salió de su oficina, quizás podría ir a su taller a hacer algo.

Pero cuando iba a dar la vuelta, dirección a su taller, escuchó algo en la cocina. Se dirigió hasta allí y la vio, María buscaba bocadillos nocturnos.

—Mari... El doctor dijo que no comieras tantas papas fritas.

María se giró y sonrió, siendo atrapada.

Howard, observó el vientre abultado de su esposa, ya eran casi 5 meses. Ella se lo había pedido con anterioridad, fue un tiempo después de los sucesos cuando se llevaron a Tony.  Por un tiempo le costó convencerse, por el asunto del suero en su sangre, pero María pareció no importarle mucho, ella estaría feliz compartiendo otros hijos con él. Al final, aquí estaba, esperando otro bebé con su pareja de matrimonio.

Sonrió como pudo y se acercó a su esposa—Bien, te lo dejaré pasar. Pero mañana comerás todas las frutas que traiga Enrique.

María como pudo, evitó reír, porque Tony estaba dormido en su habitación—No solo comeré frutas, Howard. Ay querido.

Howard rió con ella, pero brevemente. Después de un rato ella se fue a la habitación, sabía que su esposo iba a su taller, pero deseaba que regresará antes de ser tan tarde.

Finalmente Howard estaba en su taller, se sentó en el asiento frente al escritorio que tenían planos sobre este. Intento hacerlos, pero al paso del tiempo, su concentración se rompió.

Posó sus manos sobre su rostro mientras empezaba a  llorar, tenía tantos deseos de verlo. Pero no sabía dónde estaba, no pensó que iba a pasar otra vez todo esto.

Parece que el solo no sufría su ida, también Tony, habían veces que lloraba demasiado y ni el con María podían tranquilizarlo. El niño empezó a decir "Javis" a cada rato, pero no sabían como iban a explicarle de que no sabían cuando iba a volver.

Siguió llorando en silencio hasta que se fue de ahí, llegó al cuarto, María dormía plácidamente. Antes de irse a dormir un par de horas, fue hasta la habitación de Tony. El pequeño ahora ya casi iba cumplir sus dos años y estaba algo más grande que la última vez, sonrió algo nostálgico.

¿Por qué los bebés debían crecer casi en un parpadeó? En unos años más, se sentiría como un anciano.

Se acercó a él, le acarició suavemente su rostro, este sonrió entre sueños.

—No quiero perder la esperanza, pero tampoco quiero romper esta familia para  ti, Tony. Necesitas a tu madre... y yo debo ser tu padre.

Pero, en su interior, nunca iba dejar de esperarlo.







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En algún lugar











El llegó a esa habitación que había rentado hace un mes, finalmente había regresado a América. Después de pelear con esos bastardos que querían matarlo, porque descubrieron...

Que era un super soldado.

Los cambios fueron rápidos y notorios. Recuerda que Caden le seguía disparando hasta que escuchó que sus balas cesaron, corrió hasta él. Este no se pudo defender, le disparó finalmente en el pecho y ahora estaba muerto. Pero cuando pensó que había acabdo, algo en su cabeza le dijo, que esquivara lo que sea que iba a ir a ella. Así fue, una bala casi lo impacta. Atrás habían soldados de ese otro bando.

Sabía que si moría, ellos irían por Howard y los demás.

Algo despertó en el, ese algo, fue el suero que finalmente se adacto a su sistema. Podía sentirlo, podía sentir que todos sus sentidos se agudizaban.

Podía escuchar el deseo de su corazón.  ¡Tenía que proteger a Howard y a su hijo!

Pero ahora se encontraba aquí, los detalles se los dará a él. Busco sus cosas en la maleta que tenía, sacó hoja y bolígrafo para empezar a escribir, solo el sabía de este correo, estaba seguro que le llegaría a Howard.



"Estoy aquí... regresaré por ti y como te dije, pelearé por ti"

 [ ɪ'ʟʟ ꜰɪɢʜᴛ ꜰᴏʀ yᴏᴜ ] 𝐋𝐢𝐛𝐫𝐨 𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora