CAPÍTULO 16

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AIDEN

Holding out for a hero-Nothing but Thieves

Es posible que apenas haya dormido un par de horas para cuando el aire gélido de la mañana se cuela en la habitación. Siento el cuerpo cálido de Katherine contra mi costado. Observo su figura boca abajo por el rabillo del ojo, sin poder evitar mirar su cuerpo desnudo más de lo necesario. Reparo en la curva de su columna decorada con la red de espinas, la forma en que el pelo azabache descansa a su alrededor cubriendo sus hombros, la curva de su culo que ni siquiera se ha molestado en tapar.

Apartarme de su lado requiere un esfuerzo por mi parte y el frío no hace sino hacerse más notable. El movimiento del colchón al levantarme hace que Katherine comience a aletear las pestañas. Al principio no se da cuenta de que estoy ahí pero cuando lo hace, no duda en retreparse en la cama, intentando poner la mayor distancia posible entre nosotros. Se cubre con las sábanas —como si no me hubiese grabado su desnudez en las retinas. — y me mira con todas las facciones de su rostro contraídos en una mueca que nada tiene de amable.

—Esto no ha pasado.

No suena firme ni confiada, juraría que le tiembla la voz. El brillo en sus ojos parte mi pecho y aunque quisiera prolongar este momento, en el fondo sé que enredarnos solo nos llevará de nuevo a lo de antes. Es imposible no tener secretos y mentiras. Elijo ser un capullo.

—Oh, pero sí que pasó. —la voz se me recubre de diversión fingida mientras me enfundo de nuevo en los pantalones del uniforme. —Y lo que pasó fue algo duro y muy muy profundo.

Está de espaldas abrochándose el sujetador cuando se gira rotundamente para fulminarme con la mirada. Atrapa la base de la lamparita de la mesita de noche con la mano en cuanto la tiene libre y me la lanza a la cabeza. La esquivo con soltura, escucho como esta impacta contra la pared del fondo y se descompone en miles de trozos.

—¡Vete de aquí!

—Es mi hotel, me iré cuanto yo quiera.

Deslizo la camiseta por mis hombros, asomando la cabeza en el momento justo en el que la veo saltar por encima de la cama hasta llegar a la otra mesita, donde agarra la lamparita y repite la acción. Esta vez impacta a mis pies, haciendo que algunos de los trozos me impacten en la cara, haciendo pequeños cortecitos en mis mejillas.

La miro con una mezcla de diversión y furia. Una parte de mí se encuentra excitado al ver esta parte de ella tan rebelde y sin causa que parecía estar muerta. Me recuerda a los tiempos en los que disfrutaba haciéndola rabiar. Otra parte de mí se niega a tolerar este comportamiento y mucho menos que consiga hacerme daño físico.

—No sabes lo que acabas de hacer. —digo justo en el momento en el que corro hacia ella.

Mi cuerpo impacta contra el suyo, hundiéndola de pleno contra el colchón. Sujeto sus muñecas por encima de su cabeza mientras esta forcejea por liberarse.

—Suéltame, maldito cabrón.

—¡Argh Katherine! ¿Tanto te costaba no empañar esta noche? Podríamos haber tenido una bonita despedida.

Sus ojos brillan con la ira que crece en su interior. Noto como las piernas que descansan contra mis caderas me aprietan y reacciono tarde. La fuerza de ellas consigue darme la vuelta, quedando su cuerpo encima del mío. La generosidad de sus pechos queda casi contra mi cara, nublándome el juicio. Aprovecha todas estas distracciones para asentarme un golpe en la nariz haciendo que libere sus manos.

La escasa ropa que lleva encima no puede ocultar todas las marcas de mis dedos en su piel tras la fuerza de mis agarres formando un cosquilleo en mi pecho.

El Juego del Escorpión #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora