Eyelids-PVRIS
Desde el momento en el que Aiden me dejó a solas en esta cama fría de la enfermería improvisada, no he dejado de aporrear mi teléfono cuando llamada tras llamada, Vicenzo ha seguido sin responder.
A cada vuelta del minutero, mis nervios se crispan más y al tercer día después de mi fatídico disparo recibo una llamada de un número desconocido. Mis dedos se lanzan a por el aparato de manera desquiciada.
—¿Sí?
—¿Katherine? —me cuesta un momento reconocer la voz femenina al otro lado. -Katherine, escúchame.
—¿Petra?
—Sí, soy yo. Llevo días intentando ponerme en contacto contigo pero mis llamadas eran rechazadas. —arrugo el rostro al caer en la cuenta de que eso debe ser obra del hacker de Aiden, por orden suya claramente. —Vicenzo está en serios problemas.
—¿Qué ha ocurrido?
Me recompongo en la cama, con el móvil aferrado con fuerza. Mire a donde mire, me encuentro sola y a pesar de eso, me siento vigilada.
-Estábamos juntos cuando se enteró de que mi padre había concertado con los chechenos llevar a cabo un ataque contra vosotros y los japoneses. -suena alterada, al borde de un ataque histérico. -Intentó advertirte, pero no respondías, así que intentó ir a Florencia y frenar las cosas de algún modo.
Me cubro la boca con la mano intentando refrenar un jadeo de pánico.
-Llevo tres días sin poder contactar con él. -prosigue. -Es obvio que mi padre ahora sabe de la traición de Vicenzo, se ha arriesgado mucho por ti... -se le rompe la voz. -¿¡Dónde diablos estabas tú cuando él se arriesgaba por ti!?
El dolor en sus palabras llega hasta mí, pero no me cala. Aunque intente llorar, supongo que llevo tiempo seca por dentro y estas se niegan a salir. Este es momento de pensar con la mente fría y no dejarse llevar por la emoción o el pánico.
-No matará a Vicenzo. -digo con la voz serena.
-¿Qué sabrás tú? -vocifera. -No conoces a nuestro padre, ¡Lo matará! No va a dejarle pasar ni una más y él necesita su medicación.
Frunzo el ceño ante esta nueva información.
-¿Qué medicación, Petra?
-Vaya, parece que no lo sabes todo a pesar de ser quien eres. -replica, haciéndome chirriar los dientes. -Eso es algo que debe contar él, solo...¿no creerías que puedes torturar a alguien desde niño y que este no acabe roto, no?
Todos tenemos traumas en este mundo retorcido. Me guardo el comentario para mí misma puesto que soltarlo solo hará sino alterarla más.
-Petra, tu hermano no va a morir. Es el único heredero varón de tu padre y aunque sea un sádico animal, está claro que prefiere darle el relevo a un hijo traidor que a su hija. -miro los cables que se conectan a mi brazo y los arranco. -Sacaré a tu hermano de esta, se lo debo. No te preocupes.
-Sí, se lo debes.
Cuando camino fuera de la cama me desoriento un poco al haber pasado tantas horas y días tumbada a esta, con pequeños momentos para ir al baño más próximo. En una silla cercana veo el que debe ser un uniforme.
-Mantenme informada de cualquier cambio. -digo con la voz firme. -Me encargaré de que este teléfono esté disponible a cualquier hora.
Cuelgo antes de que agregue nada más y voy completamente en serio con lo que digo. Tendré unas serias palabras con Aiden y sus pocos escrúpulos a la hora de determinar que llamadas debo o no recibir. Me coloco las prendas con prisa y una vez estoy lista salgo de la enfermería, adentrándome por pasillos húmedos con poca iluminación. Diviso una escalera que me lleva a la primera planta donde la iluminación me hace entrecerrar los ojos. Miro a todos lados, buscando un rostro en concreto.
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El Juego del Escorpión #2
RomansaBILOGÍA JUEGOS ENVENENADOS (II LIBRO) Dos años no parecen ser suficientes para disipar el rencor y hacer volar las cenizas de donde ardió una pasión sin límites. Katherine lleva todo este tiempo preparándose para una batalla que sin lugar a dudas l...