CAPÍTULO 8

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AIDEN

I hate everything about you-Three days grace

Hay personas que por mucho tiempo que pase, siguen grabadas dentro de ti. Eso ocurre con Katherine. Es posible que de igual cuanto tiempo transcurra entre nosotros, mi cuerpo siempre tendrá una reacción ante su presencia. Si es buena o mala depende del momento y es evidente que esta noche, mi cuerpo ha reaccionado cargado de rabia y recelo.

Cuando he visto su figura descendiendo esas escaleras, apropiándose de toda la estancia con su presencia la rabia ha comenzado a invadirme y esta se ha visto completamente rebasada en el momento en el que sus ojos aguamarina han hecho contacto con los míos. Ahora entiendo a toda esa gente que alababa el parecido entre madre e hija, ambas son reflejos ligeramente distorsionados de la otra y el paso del tiempo ha hecho mella en Katherine. Ya no queda nada de luz en ella, todo lo que la envuelve es un aura oscura que hace que mi vello se erice.

Sigue siendo atractiva, puede que incluso más, pero también desprende claras señales de peligrosidad y frialdad.

Recuerda, los monstruos paren monstruos.

Alejo ese pensamiento y el resto de ellos que martillean mi cabeza mientras intento concentrarme en las conversaciones que entablo con los familiares de Nicole. La mayoría solo nos desean lo mejor o intentan sacar cualquier detalle sobre la futura celebración. Al cabo de media hora, comienzan a cosquillearme los dedos de impaciencia al ver que tanto Nikolai como Katherine llevan bastante rato desaparecidos.

—Disculpadme un momento. —musito.

Me alejo siguiendo el recorrido que un rato antes vi recorrer a Katherine después de nuestro desagradable baile. Mis manos habían sentido más de una vez el impulso de apretar su cuerpo tan fuerte que le doliera. Tanto como me había dolido a mí alejarme de ella y vivir en esta falsa.

Recorro el pasillo escuchando atentamente cualquier sonido que me alente de donde se encuentran. Una puerta al final del inmenso pasillo se encuentra entreabierta y al mirar por el pequeño espacio veo la melena de Katherine descendiendo en cascada por su espalda. El fugaz pensamiento de rozar su piel con los dedos me atrapa por un segundo. Intento concentrarme en lo que sucede dentro, agudizo el oído mientras veo como Nikolai estrecha su mano.

—Los escorpiones son tuyos, Katherine Volkova.

Una sonrisa orgullosa y letal atraviesa el rostro de Katherine y no parece para nada disgustada con el apellido que escapa de los labios de su progenitor. Alza la mirada, mirándome directamente.

No soy capaz de emitir palabra alguna, la ira me está nublando los sentidos por dentro.

Se levanta regalándome la visión de su cuerpo una vez más y aunque la boca se me seca, la ira es más fuerte que el deseo. Pasa por mi lado, rozando su brazo con el mío y deteniéndose antes de hablar.

—Te dije que no venía solo a presentar mis buenos deseos.

No espera siquiera a que responda, tampoco iba a hacerlo. Se marcha dejando como único sonido el ruido de sus tacones al golpear el suelo. La puerta se cierra a mi espalda y solo quedamos la persona a la que he dado toda mi lealtad y yo. Lo miro siendo consciente de que mis ojos expulsan ira y el dolor de ser traicionado.

—¿Por qué? —pregunto.

—Debía hacerlo.

—No, sabes que no.

Camino varios pasos en su dirección y noto que su cuerpo se tensa en respuesta. Piensa que voy a hacerle daño y a estas alturas no lo descarto. Mi autocontrol casi está reducido al polvo.

El Juego del Escorpión #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora