CAPÍTULO 36

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Burn-2wei

Su toque haciendo carreras invisibles por mi espalda, erizándome la piel con el contacto frío de sus yemas y a la vez haciéndome sentir una combustión instantánea en el interior de mis venas. No puedo apartar la mirada del anillo en mi dedo, ese donde hemos grabado nuestra promesa. Brilla con los primeros rayos que entran por el ventanal, iluminándonos a ambos, tirados sobre una alfombra en el suelo, con cientos de cojines y mantas enredadas a nuestro alrededor. No tengo frío, su cuerpo es todo lo que necesito.

Imito sus gestos, recorriendo con la yema de mis dedos su piel caliente, sintiendo como se eriza de igual forma. Levanto la mirada, buscando la suya, que me mira a mí. Lo que veo en sus ojos no los he visto en nadie más. Jamás he sentido el amor en una sola mirada. No me he sentido así nunca. Amada de una forma tan incondicional, pura, hermosamente destructiva. Pues somos fuego, uno dispuesto a reducir a cenizas lo que sea que se interponga entre nosotros, aunque no quede nada.

Sonrío, deteniendo el recorrido de mis dedos en su costado, sintiendo debajo de mi piel el contorno de los números grabados en su piel.

─¿Puedo saber qué son las coordenadas de tu tatuaje?

Su sonrisa ilumina mi mundo.

─La pregunta es, ¿qué podrías preguntarme tú que yo me negara a responderte, mi insufrible y brutal esposa?

Enreda un mechón de mi pelo en su dedo, envolviéndolo lentamente, jugueteando con él.

─Seguro que, si me pongo creativa, encuentro algo. ─replico.

Se yergue, apoyando su espalda contra la estructura de la cama en la que finalmente hemos decidido no dormir, aunque no es que hayamos hecho algo que se le parezca remotamente. El cuarto está inservible, no hay superficie ordenada o sin mancillar. Incluso hay algunos vasos rotos en el suelo después de que Aiden me tomara sobre la mesa.

Sus brazos me rodean por debajo de mis pechos, arrastrándome con él. Mis piernas se enredan con las suyas y sigo trazando círculos sobre su pecho.

─Ya sabes que Nikolai me encontró con apenas días de vida. ─dice respirando pesadamente. ─Cuando fui lo suficientemente mayor él me lo explicó, con tacto y paciencia. Yo al principio no lo entendía, ¿cómo no podía ser mi padre? Me había criado, no había conocido otro amor que el suyo, ningunas otras atenciones que no viniesen de él. Mi razonamiento infantil tardó en entenderlo y cuando lo hice, comencé a preguntar cosas. La mayoría no tenían respuesta. No se sabe quien es mi padre biológico, no sé el nombre de mi madre real, no sé su aspecto. Nikolai me aseguró de que toda la información había sido destruida por alguien, solo sabían mi supuesto apellido porque estaba tejido en las ropas que llevaba. Lo único que si sabía era donde me encontró y donde murió ella.

Paso lentamente mis dedos de nuevo sobre el tatuaje.

─Entonces...

─Aquí es donde mi vida podría haber acabado, sin embargo, fue donde empezó. ─Noto la tristeza colgando de su voz. ─Y también es mi manera de llevarla conmigo. No la conozco, pero me dio la vida y por alguna razón la mataron y la dejaron conmigo al lado de ese contenedor. A pesar de estar muerta, no me soltó. Solo tengo estas coordenadas, la manta donde me encontraron enrollado y un trauma con los espacios cerrados.

Trago de manera gruesa el ácido que se acumula en la parte posterior de mi garganta. Algo dentro de mí me dice que la madre de Aiden podría haber sido una gran madre, una gran mujer.

Trazo el contorno de su pómulo, dedicándole una sonrisa sincera y triste antes de levantarme e ir hacia el pequeño macuto donde me he asegurado de que haya algunas de mis pertenencias. Alcanzo el material rugoso de una carpeta y la extraigo, llevándomela hasta el pecho mientras regreso junto a él.

El Juego del Escorpión #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora