EPÍLOGO

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Saturn-Sleeping at last

Dos años y medio después...

CASSIE

─Cariño, mamá tiene prisa.

Un Akim de casi cuatros años mira absorto sus dibujos animados mientras le doy su desayuno. Está tan atento que me cuesta que coma sin mancharse. Le limpio la comisura de la boca y me levanto corriendo para calzarme los tacones para ir a trabajar.

La verdad es que no tardé mucho en encontrar un trabajo una vez que ultimé todos los detalles que me quedaban por completar en la universidad que por el embarazo no pude concluir en su momento. Ahora trabajo en una pequeña escuela donde ejerzo como psicóloga infantil. La gente puede pensar que pasar mi día con niños pequeños y al llegar tener que criar a otro puede ser abrumador, pero la verdad es que esos pequeños me recordaron lo bonita que puede ser la vida. Los miro y siento esa pureza que ninguno de nosotros debería perder nunca y al volver a casa veo a mi hijo y espero que él viva siempre con un lado inocente, infantil y risueño.

Cojo a Akim de la mano una vez estoy lista para ir a trabajar y conduzco hasta su escuela. Le beso la mejilla y le deseo un buen día mientras retomo el camino hasta el trabajo. En mi recorrido hasta mi pequeño despacho, dirijo sonrisas aquí y allá a los profesores, madres y niños que me encuentro. Abro la puerta de mi despacho, recibiendo el olor del ambientador de limón. Me siento y justo cinco minutos después pegan a mi puerta.

─¿Sí?

La cabeza de April, una de las profesoras que empezaron a trabajar aquí el año pasado y que sorprendentemente se ha convertido en una de mis mejores amigas aquí, aparece por el pequeño hueco de la puerta. Le hago un gesto para que pase.

─¿En qué puedo ayudarte, April? ─pregunto.

─¿No puedo estar aquí porque quiero verte?

─Vaya, eso me parece muy halagador viniendo de ti.

April es la persona menos cariñosa que he conocido en mis veintisiete años. No le gustan las muestras de afecto, se le tiñen las mejillas de rojo cuando recibe buenas palabras o elogios de alguien y hace ruidos de arcadas cuando escucha algo cursi. Todo lo contrario a mí, que a pesar de la decepción que me azotó cuando mis padres se divorciaron, no he dejado de creer en el amor.

─¿Cómo está Akim?

─Creciendo cada noche. ─suspiro. ─De verdad, no sabía que los niños crecían tan rápido. ¿Cómo de egoista por mi parte es que no quiera que siga creciendo? Quiero que sea mi bebé pequeño para siempre.

Su cuerpo se sacude con una risa.

─En el fondo, todos nosotros somos eternamente los bebés pequeños de nuestra madre, así que no te preocupes, Akim siempre será tu bebé pequeño.

─Tienes razón.

─Hablando de bebés pequeños... ─sus ojos se dirigen a un lugar en concreto. ─¿Cuándo piensas pedir la baja por maternidad? Tu barriga me da miedo, deberían poner un aviso por posible explosión.

Ahora soy yo la que se ve sacudida por completo por una carcajada. Me llevo la mano a mi barriga de siete meses que, efectivamente, parece apunto de explotar. Esto tiene una sencilla razón y es que mi barriga no aloja a un solo habitante. Todavía estoy intentando recomponerme del impacto de la noticia. Todavía estoy en proceso de asimilar que estoy embarazada porque no, no fue planeado. Así que una ración doble simplemente es demasiado que asimilar aún. Sin embargo, estoy muy feliz de estar haciendo esto. Formar mi familia, grande, llena de amor.

─Cuando quieras darte cuenta me habré pedido la baja. ─guiño un ojo. ─Así que aprovecha mi compañía por el momento.

─No sé que haré sin ti tantos meses. ─refunfuña. ─Y dime, ¿Qué planes tienes para este fin de semana?

El Juego del Escorpión #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora