Expediente: 27

632 75 144
                                    

Agoney abrió los ojos con una ligera sensación de desorientación. Pestañeó, intentando ubicarse hasta que logró distinguir su cama y su habitación. La noche anterior se había quedado dormido observando los clips de vídeo de las cámaras de seguridad intentando escudriñar hasta el último píxel para sacar toda la información posible.

Los había pasado al ordenador para tener una imagen más grande y descubrió que habían recortado más bien poco, pues cada archivo era casi una película en la que habían incluido hasta media hora de margen antes y después de los momentos en los que aparecía Nick y agradeció ese tiempo extra que habían dejado para poder estudiar si había algún detalle más que debía ver. Sin embargo, no había encontrado demasiados detalles, aunque era más que lo que tenían la noche anterior.

Se frotó la cara con pesadez y suspiró, tomándose unos segundos para quedarse en blanco mirando al techo. Después de eso, se puso en pie y se acercó a la ventana para descorrer la ventana, dejando que unos fuertes rayos de sol se colaran en la intimidad de su cuarto con la confianza que hacía tiempo que nadie tenía. Al ver eso, frunció el ceño y se fijo en la actividad que había en la calle. Luego miró al despertador que no había sonado o, más bien, no había escuchado, y descubrió que marcaban más de las nueve y media.

No recordaba a qué hora se había quedado dormido, pero sabía que no habría dormido más de cinco horas a juzgar por esa ligera sensación de letargo que aún no le había abandonado y de la que solía deshacerse casi al momento, acostumbrado al estado de alerta constante con el que vivía. Buscó su móvil para comprobar si había recibido ya algún toque de atención por su ausencia y si, al igual que el despertador, no había oído. Lo encontró perdido entre las sábanas y completamente apagado al haberse olvidado de ponerlo a cargar durante la noche por culpa de estar inmerso en los clips.

Resopló con fastidio y se apresuró a enchufarlo. Mientras tanto, se dirigió a la cocina para dejar el pan tostándose y el café haciéndose mientras aprovechaba para darse un baño, intentando ahorrar así todo el tiempo posible. Mientras estaba bajo el agua templada, se dedicó a pensar en la noche anterior, repasando toda la conversación que tuvo con Raoul en el bar y supo que no tenía más remedio que darle la razón, aunque fuese solamente en su cabeza. No podía negar que había perdido la objetividad con Beatriz y sabía que era muy poco profesional por su parte haberle jurado hasta en dos ocasiones que Diana aparecería, pero no había sido capaz de responder otra cosa. Era como si una parte de su interior hubiera cobrado vida propia para obligarle a responder lo mismo ambas veces.

Mientras se vestía, ya en su dormitorio, aprovechó para encender el móvil y comprobó que sí que tenía un par de llamadas y algunos mensajes, pero decidió no entretenerse en mirarlos. Fue hasta la cocina, terminó de preparar el desayuno y, con un salto, ocupó su sitio de cada mañana en la encimera para devorar esa primera comida del día.

Su moto rugió como un león hambriento en el aparcamiento del edificio cuando la arrancó. Se ajustó la chaqueta, se abrochó bien el casco y se puso en marcha con velocidad. Recorrió las calles como quién recorre un camino que conoce con los ojos cerrados, esquivando vehículos, peatones y calculando cuán rápido debería ir para que pillar los semáforos en verde, aunque más de uno los rebasó estando ya en ámbar. Sin embargo, no pudo evitar que uno fuera más rápido que él en cambiar a rojo, obligándole a frenar.

Sujetó la moto con un pie en el suelo, se irguió en el asiento y apoyó las manos en sus piernas mientras miraba fijamente el semáforo, como si así fuera a cambiar más rápido a verde. Cuando vio que el muñeco de los peatones empezaba a parpadear y que su cuenta atrás entraba en los diez últimos segundos, volvió a agarrar el manillar y se preparó para acelerar. Sin embargo, se dio cuenta de que estaba en una bifurcación de su camino: en línea recta llegaría a la salida de la ciudad que llevaría al CNI, pero el cruce a su derecha le llevaría al parque de Las Estaciones. 

Élite SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora