Expediente: 18

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Raoul había elegido un bar cercano para hacer la pausa del almuerzo. Le había costado convencer a Agoney de que le acompañase, el cuál prefería quedarse en la sede de la Élite y seguir trabajando, pero finalmente logró que decidiera desconectar un rato. Sin embargo, y como ocurre en la mayoría de los casos en los que se comparte descanso con un compañero de trabajo, la conversación terminó centrándose en el caso.

- No sé ni por donde empezar a ordenar los puntos –dijo Raoul dándole un bocado al suculento sándwich club que había pedido.

- Tenemos demasiados frentes abiertos entre todos, pero empecemos por los nuestros: Fernando.

- Vale, a ver —Raoul dejó su sándwich a un lado, cogió el móvil y accedió a un documento en el que tenía esquematizado todos los pasos que llevaban hasta el momento— Fernando y Alemania: tiene una aventura hace años que casi le cuesta su matrimonio y su buena posición pública, a Angelika le ingresa una generosa cantidad de dinero periódicamente durante varios años por su silencio y, según él, no vuelve a saber de ella. Por otro lado, está la desastrosa y extraña inversión que hizo en Schwarzer Schaum, la empresa cervecera que cayó antes de ascender. Por cierto —levantó la vista del móvil y miró a Agoney— ¿averiguaste algo sobre ellos?

Agoney dejó a un lado el tenedor con el que agujereaba su lasaña para que saliera el humo y así poder enfriarla un poco y asintió.

- Sí. Schwarzer Schaum, empresa artesanal cervecera del sureste de Alemania, muy cerquita de Austria, fundada en 2003 por tres hermanos. Tuvo un éxito considerable en algunas localidades cercanas a su ubicación porque era todo procesado y creado de forma orgánica y cien por cien natural, una etiqueta que a principios de siglo no era tan habitual como lo es ahora en prácticamente todos los productos y eso llamó la atención de los consumidores medioambientalistas. Durante los siguientes años fueron cogiendo más y más fama en todo el freistaat de Baviera hasta que empezó a extenderse el nombre de la empresa como una revolucionaria de la cerveza negra —hizo una pausa para beber un sorbo de agua— En 2017 llegó Fernando y, no sé si su avaricia rompió el saco o es que la empresa supo vender su situación mejor de lo que estaban y lograron engañarle. El caso es que un par de años después de intentar dar el salto internacional, no supieron hacer frente a la demanda y a los costes de producción y quebraron. Traspasaron la empresa a otras manos, que la demolieron y ahora son Kurort "Bayerischer Schaum".

Raoul se quedó mirándole con la boca abierta y el ceño fruncido.

- Gracias por compartir la información "en cuanto la sepas", compi.

- La terminé de contrastar hace un par de noches. Perdona que los últimos acontecimientos de tú cotilleando en mi pasado y los Baues recibiendo un regalito macabro hayan ocupado casi toda mi atención, compi.

- Qué dardo más innecesario —murmuró— está bien, pues cuéntame ahora ¿Qué diablos es Kurort Bayeris... etcétera?

- Balneario "Espuma de Baviera". Un centro de, y cito textualmente, regeneración cutánea y rejuvenecimiento molecular a base de baños inmersivos en malteada tostada con unas excelentes vistas al precioso lago Kögnissee.

- Para ti y para mí, que te cobran riñón y medio por meterte en una piscina de cerveza negra en medio del campo.

 Agoney le señaló con el dedo índice y enarcó ambas cejas.

- Ahí le has dado.

- Entonces, es cierto que la empresa ya no existe y que quebró después de intentar expandirse fuera de Alemania.

- Me temo que sí, al menos esa parte de la confesión de Fernando es verdadera.

Raoul suspiró y se respaldó en su asiento, mirando por el ventanal del bar a la tranquila urbanización que tenía frente a él y a los lejos, asomando tras las casas adosadas, los edificios del CNI.

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