Expediente: 30

567 80 82
                                    

Antes de que hagáis inmersión en esta historia, quería hacer este pequeño inciso para hablar sobre la gran (re)acogida que ha tenido esta historia. Por algunos motivos, tanto laborales como anímicos, tuve que dejarla en la estacada un tiempo.

Reconozco que echaba de menos a estos personajes, pero no me nacía entrar en este mundo de nuevo hasta que algo en mí me dio permiso para volver a verlos y, sinceramente, me hizo feliz que me recibieran con la misma fluidez con la que lo hicieron la primera vez.

No sabía si vosotres tendríais la misma reacción tras tanto tiempo teniendo esta historia parada, pero en el anterior capítulo pude ver vuestras ganas y vuestra ilusión por continuar sabiendo más de ellos.

De corazón, gracias.

I

Tan solo catorce horas después, Raoul y Agoney estaban en la sala de espera del aeropuerto. Tras poner al día a Andrés de todo lo que había ocurrido y de las hipótesis a las que habían llegado, este se mostró conforme con que ambos hicieran el viaje hasta Alemania con el fin de seguir avanzando en un caso que se les empezaba a hacer bola. Habían concertado un vuelo chárter para poder salir lo más pronto posible y así evitar una espera aún más larga.

Mientras hacían tiempo hasta que les avisaran, se habían dedicado a repasar cada punto del caso y se habían encontrado con algo que ya habían ido descubriendo día a día: un rompecabezas digno del mejor Hércules Poirot. Dos individuos, uno que ordenaba y el otro que ejecutaba, sin saber si tenían contactos cercanos al caso o si es que uno de ellos era el contacto, pero siempre un paso por delante, haciendo que ellos se dieran de bruces contra puertas cerradas una y otra vez.

Raoul, que lo consultaba todo en una tablet por mayor comodidad, hacía unos minutos que había decidido cerrar el archivo donde tenía toda la información del caso y reservarlo para tener algo con lo que entretenerse en esas casi cinco horas de trayecto aéreo que les quedaban por delante. Se respaldó en su asiento y suspiró antes de quedarse mirando a Agoney, sumido también en sus informes, y lo analizó unos segundos antes de hablar.

- ¿Descansaste algo o no te ha dado tiempo?

- Podría mentirte, para tu felicidad, pero lo cierto es que no he cerrado los ojos desde la última vez que me lo preguntaste ¿Y tú?

- Contra mi voluntad, pero sí. Menos mal que me conozco y ya tenía preparada una alarma en el móvil por si acaso.

- ¿Qué le has dicho a tus compañeros?

- La verdad ¿Qué les voy a decir?

- Pero ¿La verdad con detalles o solo la verdad? –pronunció esto último haciendo unas comillas en el aire.

- Solo la verdad —imitó sus comillas — Les he dicho que tenemos una pista sobre una cuenta bancaria en Alemania que podría relacionar a Baues con un delito de desfalco y que eso tal vez, solo tal vez, podría tener relación con el caso de Diana y que, viendo lo que tenemos sobre la mesa, no está de más querer investigarlo en persona por si podemos poner otra hipótesis. Ellos no han hecho otras preguntas y yo no he contado más.

- Vale.

- Agoney, quiero volver a recordarte el marrón moral que supone este juego a dos bandas para mí.

- No se me olvida, tranquilo, pero hasta que no sepamos hasta qué altura ha llegado ese topo...

- Lo sé. Yo solo espero que no te hayas equivocado, porque no me gustaría estar mintiendo a mis compañeros por nada y, ya no solo por eso, sino porque en un caso como este la información son piezas de puzzle que solo podemos encajar al compartirla. Podemos estar perdiéndonos un dato importante por no informar de nuestros descubrimientos.

Élite SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora