Expediente: 26

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Cuando Agoney llegó a su piso y cerró la puerta tras de sí, soltó un largo suspiro. Se sentía un poco cansado después de todo el día y pensar que debía prepararse para volver a salir, aunque solo fueran un par de horas, le empezaba a provocar una pereza considerable. La ducha que se dio después tampoco ayudó a que sus ganas se regenerasen y, en más de una ocasión, volvió a tener la tentación de rechazar la invitación y quedarse tranquilo en su casa.

Sin embargo y, a pesar de que disfrutar de un rato de ocio con gente con la que tan solo compartía trabajo no era algo que le gustase hacer, tampoco le desagradaba del todo la idea de desconectar y divertirse aunque fuese un poco. Estaba seguro de que, si se concentraba, sentiría a sus dos Pepito Grillo discutir entre ellos para ver cuál de los dos ganaba, si el bueno o el malo, si el quedarse o el irse.

Abrió el armario de su habitación y se quedó mirando su ropa en una última valoración de qué haría finalmente. En uno de los viajes que dieron sus ojos por las diferentes prendas, pararon en la funda negra que tenía en una de las esquinas, emparedada por el resto de la ropa. Despacio, separó las perchas hasta dejarla a la vista y agarró la cremallera, pero no movió la mano. Era la misma duda que siempre le asaltaba y que, tan solo en tres ocasiones, había elegido abrirla. Aquella vez sintió la fuerza suficiente para que fuese la cuarta.

Bajó la cremallera y abrió la funda, la apartó y dejó su antiguo uniforme de campaña a la vista. Paseó la mano por el camuflaje m09 árido, aquel color desértico que le había acompañado en su última misión en el ejército. No pensaba sacarlo de la percha, no tenía ganas de ver las roturas y quemaduras del tejido. Así, doblado, daba la falsa sensación de que estaba íntegro y aquel autoengaño le ayudaba un poco más para poder observarlo tal y como lo estaba haciendo en ese momento.

Se recordó con él puesto y todos los demás complementos encima que le hacían, incluso, perder la forma humana: casco, gorra, gafas, guantes, cinturón, mochila, ceñidores, herramientas, chaleco táctico, el traje ghillie... Y se recordó a sí mismo junto a sus compañeros, uniformados de la misma manera, compartiendo horas, días, semanas y meses; luchando, planificando, atacando, defendiendo y, lo que más duro se le hacía recordar, divirtiéndose. Eran esos momentos que hacían las misiones más llevaderas y les ayudaba a mantener la cordura: cuando se sentaban juntos, comían, bromeaban y se entretenían jugando a cualquier chorrada que inventaran.

Suspiró, soltando todo el aire que había retenido y volvió a subir la cremallera, volviendo a sepultar el uniforme y, con él, los recuerdos. Deslizó las perchas hacia la funda, como si así se asegurara de que no saldría por error y que se quedaba ahí, quieto y callado. Extrañamente, fue el recuerdo de sus propios compañeros el que le llevó a tomar por fin la decisión, por lo que cogió un par de prendas de ropa y cerró el armario.

I

- ¡Vamos!

Los gritos del grupo inundaron el bar de golpe, aumentando el ruido que ya había de por sí. Raoul celebraba con los brazos en alto su segunda diana exterior en su último turno. Solían jugar a la modalidad High Score, la más común, en la que cogían siete dardos cada uno y los iban tirando por turnos para alcanzar la máxima puntuación posible. Después, ellos añadían la norma de que los que conseguían las dos puntuaciones más bajas, se enfrentaban entre ellos para que solo quedara un eliminado que tuviera que encargarse de la cuenta de las bebidas.

Agoney, sentado en la mesa que habían ocupado antes de que comenzara la partida, les observaba jugar con cierta diversión mientras daba un sorbo a su refresco. En un momento dado, Alejandra se giró hacia él y le hizo un gesto con el brazo extendido para llamar su atención.

- ¡Hernández! ¡Juega, por favor! ¡Que me veo pagando!

- ¡Y se lo pides a él precisamente! ¿Por qué quieres seguir humillándote Alejandra? —Raoul soltó una carcajada mientras volvía a su posición tras quitar su último dardo de la diana— ¡Que no te vas a librar de pagar!

Élite SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora